Al esfuerzo por prevenir la diabetes mellitus se suman galenos y especialistas del territorio, en reto que asumen por el Día de la Medicina Latinoamericana.
Lisley tiene ya 13 años y se le detectó la afección a los nueve. La cámara capta el momento en que se inyecta la insulina con el empleo del Novapen 4. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Ricardo R. González
@riciber91
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02 Diciembre 2017
02 Diciembre 2017
hace 7 años
Una sed incesante y las frecuentes levantadas a orinar de madrugada despertaron las preocupaciones de la familia de Lisley Gómez Pérez. Por entonces la niña tenía nueve años, y el cuadro se incrementaba con el paso de los días. Ya alarmados los padres decidieron visitar al médico lo antes posible.
Memorándum
Para definir a un diabético deben valorarse factores de riesgo y antecedentes presentes, por lo que no pueden obviarse detalles principales como el sedentarismo, la obesidad, los antecedentes familiares y padecimientos asociados.
Los síntomas comunes guardan relación con la edad de las personas; sin embargo, las micciones reiteradas, la sensación constante de hambre e intensa sed constituyen alertas. Si la diabetes responde al tipo I, este cuadro aparece de una manera muy rápida.
La tipo II también comparte esos síntomas, pero la manera de presentarse resulta diferente, a partir de las particularidades de cada persona.
Luego de un proceso de estrés, infecciones virales e intervenciones quirúrgicas, entre otras, aparecen irregularidades que pudieran desatar la enfermedad al existir un patrón de base establecido.
El caso de menor edad debutó en Villa Clara antes del primer año de nacida. Hace poco se incorporó otro de algo más de dos años.
El diagnóstico no demoró. La diabetes mellitus tipo I era la causante de aquellos episodios acompañados de un apetito exagerado y la predilección mayoritaria por los dulces.
Ahora la estudiante de noveno grado de la secundaria básica Obdulio Morales Torres, ubicada en el poblado de Zulueta, reconoce que nunca fue partidaria de realizar ejercicios físicos. Solo los programados por la escuela, pero ni caminatas ni trotes ni nada.
«En mi familia no existen antecedentes de la enfermedad. Solo mi bisabuela paterna presentaba signos prediabéticos, pero ningún familiar cercano lo es ».
Las vivencias de cuatro años como paciente le han creado a Lisley una disciplina extraordinaria. «Convivo con el padecimiento y aprendí a interiorizarlo. Mantengo mi dieta, asisto a las interconsultas en el policlínico, y aunque remoloneo un poco a la hora de pincharme con el glucómetro, termino haciéndolo para comprobar cómo se comporta el nivel de glucemia », afirma.
Quizás el mayor reto a vencer por la joven ha sido el de los patrones alimentarios. «Se puede comer de todo, pero en cantidades proporcionales. En mi caso he tenido que incorporar sobre todo vegetales y hortalizas, que antes no asimilaba. Nunca le presté atención al pepino y ahora forma parte del menú ».
Por ello, valen sus recomendaciones para quienes ya conviven con la diabetes o están a punto de padecerla debido al incremento significativo de los niveles de azúcar en sangre.
«Mucho autocontrol y pensar que tenemos la vida entre las manos. Por ello debemos evitarle mayores complicaciones ».
Médica y educadora
Julieta García Sáez soñaba con ser médica pediatra hasta que un día lo logró. Doce años de su vida los ha compartido, además, con la especialidad de endocrinología.
Muy segura afirma que falta mucho por hacer ante el incremento a escala mundial de la diabetes mellitus (DM), de cuya incidencia no escapa Villa Clara.
«Allá por 1986, existían de cinco a seis niños diagnosticados en un año. Ahora suman de 30 a 35 menores con diabetes tipo I, sin dejar atrás la de tipo II.
«En estos momentos registramos 235 menores de 19 años con DM tipo I, y otros 20 tipo II como manifestación más frecuente de una afección crónica no demandante de insulina, sin contar los innumerables reportes de quienes presentan intolerancia a los carbohidratos o incapacidad del organismo para procesar completamente los hidratos de carbono (azúcares y almidones) ».
A la doctora Julieta García llama también a atención la cantidad de infantes obesos que asisten a las consultas y que al ser examinarlos resultan portadores de la enfermedad, lo que deviene, en ese momento, asombro para los padres.
Uno de los síntomas que pudiera confundirse con otros padecimientos lo constituye la respiración rápida. Ello merece un interrogatorio exhaustivo y las investigaciones pertinentes que conlleven la precisión diagnóstica.
Ante las realidades, el territorio no ha quedado de brazos cruzados, y desde hace una década existe un proyecto denominado Diabetes y yo, encaminado a la prevención y educación en amplio sentido.
«Lo auspicia el Hospital Pediátrico José Luis Miranda y participan diferentes instituciones. Además, es apoyado por galenos, rehabilitadores, cardiólogos, endocrinos, psicólogos, especialistas en enfermedades de trasmisión sexual y otros de acuerdo con los requerimientos de esos infantes, de la propia familia y hasta de los vecinos que pudieran influir en cambios dentro de los estilos de vida.
«Llegamos a las comunidades, y dejamos espacio abierto para la asistencia. En la medida en que alguien aprenda, se convierte en un promotor de salud para detectar al presunto enfermo ».
Reeducar y orientar
La provincia cuenta con unos 53 diabéticos por cada 1000 habitantes. Ello incluye a los adultos y constituye una cifra muy cercana a las estadísticas del archipiélago con 55 afectados por igual proporción. La realidad impone acciones multidisciplinarias, sin apartarse de la mira adecuada desde la atención primaria.
Por ello, Mario Luis Castillo Albalat, especialista en Fisiología vinculado a la educación integral de la sexualidad, considera que lo más importante radica en el sistema educativo en torno a la DM, con énfasis en las vías para lograr su control y la manera que induzca a mejorar el estado de salud.
«Educar precisa no solo al diabético, sino al resto de la población. Profesionalmente nos satisface cumplir la función social, pero mucho más cuando vemos la evolución de los pacientes ».
Contrastes
Si la ciencia creara un sistema con el que pudiera analizar las muestras sanguíneas sin el doloroso pinchazo, gran parte de los terrícolas fueran felices; aunque ya aparecen algunos pasos de avance.
Confiesan los infantes diabéticos dependientes de la insulina que no sienten molestia al inyectarse con el Novapen 4, distribuido a menores de 18 años en Villa Clara.
Similar a un lapicero posee agujas muy finas que facilitan aplicar la sustancia mediante la adaptación de los modernos bulbos al dispositivo.
En fecha venidera se beneficiarán los afectados hasta los 25 años, sin descartar aquellos que manifiestan severas complicaciones derivadas de la afección.
Al revisar los costos del nuevo instrumental se aprecia que varía según el país y el área geográfica hasta llegar a la astronómica cifra de 848 dólares con 27 centavos. (O equivalente).
Y la aclaración viene de inmediato: Solo el dispositivo. Los bulbos son independientes.
En el caso de Lisley, protagonista de esta historia, y de otros menores desconocen de este rubro porque lo recibieron de manera gratuita, pero es bueno saber cómo se comporta la tecnología en el mercado foráneo.
¿Tenemos o no nuestras Razones?
De acuerdo con las investigaciones, la diabetes mellitus aparece como octava causa de muerte en el mundo. Es responsable de 1,5 millones de decesos anuales y 1 de cada 11 personas figura entre los afectados.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 8.5% de los adultos está enfermo, en tanto los vaticinios anuncian unos 313 millones con la llegada de 2040.
Para los expertos villaclareños queda claro que en medio de este panorama no dejan de existir determinados mitos sin fundamento. Uno de ellos es el relacionado con la insulina, que en ningún momento es causa de ceguera ni amputaciones. Todo lo contrario, debido a los esquemas incorrectos en su aplicación, provoca desestabiliza ciones metabólicas y estados complejos dentro de la enfermedad que son los que conducen a situaciones lamentables.
Uno de los retos derivados del reciente IX Congreso Cubano de Endocrinología lo constituye la vigilancia extrema sobre el padecimiento que cada 14 de noviembre tiene su Día. En esa jornada la provincia realizó una pesquisa masiva en áreas exteriores del Hospital Universitario José Luis Miranda. Fueron los propios niños enfermos, con los conocimientos necesarios para orientar a la población, quienes realizaron la glucemia a los asistentes.
«Las llamadas comidas chatarras influyen en la aparición de la diabetes, incluso en algunos pacientes puede acelerarles el padecimiento tipo I », subraya la doctora Julieta García.
Por otra parte, insiste en proseguir el camino educativo con todos los pilares del tratamiento junto a los anhelos de sumar más colaboradores a las pesquisas.
«Reeducar y orientar la vida es más complejo mientras más se avance a la adultez. No existen palabras que resuman la importancia del empeño. Hay que vivirlo. A veces repaso las fotos y veo los cambios de esos niños, que llegaron a la consulta siendo muy pequeños. Ya algunos tienen hijos, y cuando miras atrás también sientes el regocijo de utilidad, esa que te permite afirmar que, a partir del concurso de todos, valió la pena desarrollar un proyecto tan noble como el de Diabetes y yo ».