La humanidad enfrenta el dilema de aplicar antibióticos para contrarrestar virus. Una tendencia incorrecta que pudiera acarrear consecuencias no deseadas.
Los antibióticos, utilizados por primera vez en 1940, constituyen un avance de la medicina, pero su abuso desarrolla bacterias resistentes a su efecto. Cuando los niños toman antimicrobianos se exponen a consecuencias secundarias como dolor de estómago, diarreas; incluso, a presentar una reacción alérgica. (Foto: Tomada de Internet)
Ricardo R. González
@riciber91
5100
05 Febrero 2018
05 Febrero 2018
hace 6 años
Faltaban apenas tres días para su fiesta quinceañera, cuando apareció un inesperado catarro que Gisselle quiso eliminar. Escuchó todas las hipótesis populares y se decidió por aquella que recomendaba el uso de antibióticos combinados. Ni corta ni perezosa la muchacha se entregó al experimento, y en pocas horas afloraron las consecuencias.
Su piel reveló un raro comportamiento. Una especie de urticaria fue el primer síntoma. Después comenzaron a inflamarse los párpados y labios, en tanto resaltaban lesiones parecidas a las del sarampión y la rubéola, y también sensación de ahogo, vómitos y diarreas.
Lo demás era de imaginar. La joven pospuso su celebración porque lo que parecía el remedio ideal resultó el más costoso: es que la piel constituye el órgano afectado con mayor frecuencia en las reacciones alérgicas ante la acción de antimicrobianos.
¿Cuántos casos como el de Gisselle, y aún más complejos, pudiera referir la doctora María de Lourdes Sánchez ílvarez, en su experiencia al frente del departamento de Microbiología del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM)? Pero lo que más la inquieta es que nos estamos quedando sin la efectividad de los antibióticos como consecuencia del mal uso y prescripción.
«Los virus acota son entidades microscópicas. Parásitos intracelulares que necesitan una célula viva para poder replicarse, y una vez dentro de esa célula utilizan todos los mecanismos moleculares en función de la creación de nuevos virus ».
Entonces la doctora ratifica que resultan insensibles a todos los antibióticos conocidos pues requieren de distintos blancos de actuación sobre las bacterias, virus, hongos o parásitos e incluso muchos centros de prevención y control de enfermedades en el mundo aplican iniciativas para la toma de conciencia ante el empleo de los antimicrobianos debido a la farmacorresistencia derivada del mal uso.
¿Qué relación guardan las infecciones virales y los antibióticos?
Las infecciones virales transcurren durante una semana o diez días como curso normal, y deben responder a un tratamiento adecuado con líquidos y reposo. Si persisten, impera acudir al facultativo para determinar otra terapéutica, pero siempre bajo la mira del galeno, ya que de acuerdo con los síntomas, será capaz de discernir si es una infección viral, bacteriana o de variada índole.
«Ante un proceso viral no se puede hacer mal uso de los antimicrobianos porque carecen de efecto. Es incorrecto emplear antibióticos a manera de “sedanteâ€, sobre todo en niños menores de cinco años, o como si fueran antipiréticos, porque lo que engendramos son otros fenómenos ».
Peligro a la resistencia
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) sitúa en posición crítica las acciones preventivas y el tratamiento de una serie de infecciones por virus, bacterias, hongos y parásitos, a tal punto que demanda medidas por parte de todos los sectores del gobierno y la sociedad.
Memorándum
♦ No siempre los virus penetran en el cuerpo y no todos son capaces de causar enfermedades.
♦ Puede darse el hecho de que un virus o bacteria infeste las plantas, pero se muestre inofensivo en los seres humanos.
♦ La relación de las afecciones de origen viral es amplia. Figuran entre estas: el resfriado común, la influenza, la varicela, los herpes, la hepatitis, la fiebre amarilla, la conjuntivitis viral, la neumonía y el sarampión.
♦ Más de 200 virus son propensos a ocasionar un resfriado común, y los rinovirus son los líderes y responsables del 50 % de estos episodios.
♦ Una misma familia de virus puede causar enfermedades diferentes. Es el caso de la Herpesviridae, que provoca herpes simple, varicela, mononucleosis y sarcoma de Kaposi, entre otras.
Fíjese si se trata de asuntos complejos, que el éxito de cirugías mayores y la quimioterapia, destinada a pacientes con afecciones oncológicas, se verían comprometidas en ausencia de antibióticos eficaces.
Cada año 480 000 personas presentan tuberculosis (TB) multirresistente, y la farmacorresistencia empieza a complicar también la lucha contra el VIH y el paludismo en un universo donde la prolongación de la enfermedad, la necesidad de mayores pruebas y la utilización de fármacos más caros aumentan el costo de la atención sanitaria a pacientes con infecciones resistentes al compararse con otros grupos.
De acuerdo con los estimados, unas 700 000 personas mueren cada año por estados sépticos resistentes a los antimicrobianos, mientras un número incalculable de animales enfermos terrestres y acuáticos no puede responder a los tratamientos convencionales. La RAM constituye una amenaza global significativa para la salud pública, la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos, así como para la producción animal y el desarrollo económico.
En este último aspecto se requiere de buenas prácticas de higiene en la agricultura, el procesamiento y la distribución de alimentos, a fin de mantener su inocuidad y minimizar la transmisión de la resistencia antimicrobiana a las personas a través de la cadena alimentaria. No olvide que los residuos de antimicrobianos en los alimentos también pueden representar un peligro para la salud de los consumidores, ante microorganismos resistentes que también amenazan el comercio y la economía mundial.
Bacterias «inteligentes »
Tanto los virus como las bacterias pudieran ocasionar enfermedades muy similares, lo cual conlleva múltiples dolores de cabeza. Incluso con los antibióticos de última generación encontramos ya resistencia.
«Las bacterias han sido tan “inteligentes†que a medida que salen los antimicrobianos crean su mecanismo de defensa. De ahí que muchas empresas farmacéuticas no estén elaborando gran parte de los antimicrobianos y prefieran hacerlo para enfermedades crónicas no trasmisibles », explica la doctora Sánchez ílvarez.
Qué me dice del llamado Rocephin, muy codiciado en la sociedad, visto por algunos como la esperanza para todos los casos. A veces «escapa » de los hospitales…
Existen otros más eficaces, y es absurdo que se abran las puertas para una especie de aplicación masiva. Constituye un error, y caemos de nuevo en el tema de la automedicación.
«Si el facultativo indica determinado antimicrobiano, se repite el ciclo del fármaco bajo la mirada médica y no ocurre mejoría, hay que acudir nuevamente al especialista. Solo él está capacitado para decidir ».
Llama la atención que las infecciones virales acaparan casi el 90 %; el resto son provocadas por bacterias, hongos y parásitos, por lo que el mal uso de los antibióticos tiende a convertirse en una peligrosa amenaza que nos hace andar por una cuerda floja.
Contrastes
En este mundo cualquiera sabe de medicina y se convierte en un facultativo empírico, pero todo tiene un límite, por lo que no deben exigirse antibióticos cuando un profesional advierta que no son necesarios.
Está de moda que algunas personas cumplan al pie de la letra el mismo tratamiento que el indicado a algún vecino o compañero de labores. Disparate total, porque cada individuo presenta sus particularidades, y aunque exista una sintomatología común nunca será igual.
Diariamente se recetan antibióticos innecesarios, tanto en consulta como por autocomplacencia. Emplear un medicamento de manera incorrecta pudiera retardar el efecto del tratamiento o permitir que se multipliquen las bacterias.
Ahora bien, si el médico lo indica ante una infección bacteriana, jamás debe violar las dosis ni la frecuencia establecida. Tampoco, suprimirlo sin prescripción.
La automedicación no conduce por buenos caminos, por lo que debe evitar caer en una red que pudiera acarrear impredecibles consecuencias.