Un día le asignaron al ingeniero Lester Roberto Bello Véliz la encomienda de asumir la dirección general del aeropuerto internacional Abel Santamaría, en Santa Clara; una responsabilidad en la que sueño y descanso constituyen estados difíciles de conseguir, pues se prioriza el objetivo colectivo de mantener los altos estándares de calidad ganados por la institución a través del tiempo.
Memorándum
— El aeropuerto santaclareño surgió como pequeña instalación en décadas anteriores; solo recibía vuelos nacionales, mayoritariamente, desde La Habana y hacia esta, en los típicos AN-24.
— A fines de los años 90, y en correspondencia con el desarrollo turístico de la cayería al noreste de Villa Clara, se procedió a una reparación inicial. Casi al término de 1997, en vísperas de la visita pastoral del papa Juan Pablo II, inició el movimiento de tierra. La instalación quedó oficialmente inaugurada el 22 de enero de 1998.
— El 23 de diciembre de 2001, luego de la ampliación aeroportuaria, el «Abel Santamaría» recibió su primer vuelo de la compañía canadiense Air Transat, y obtuvo de ese modo la categoría de aeródromo internacional.
— El aeropuerto de la capital villaclareña ha merecido más de 200 reconocimientos conferidos a su colectivo por diversas instituciones, incluidas diversas aerolíneas que ruedan por su pista.
El de la capital villaclareña es el tercer aeródromo de importancia en Cuba, solo precedido por el «José Martí», en La Habana, y el «Juan Gualberto Gómez», en Varadero.
Mientras repasa las operaciones, Bello Véliz alude a las diez aerolíneas foráneas que ruedan por su pista, y a los 60 vuelos semanales —entre regulares y chárteres— procedentes de Estados Unidos, Panamá, México y Canadá como principales destinos, al que se incorporó, recientemente, la llegada de uno de gran porte de la World2Fly con viajeros de la República Checa.
«A estos se adicionan los que transportan carga de paquetería que se entrega por Aerovaradero. Solo el pasado año movimos una cifra superior a los 600 000 pasajeros, con más de 5000 aeronaves atendidas y un 70 % de recuperación de las operaciones respecto al 2019, considerado el año puntero del turismo en el país», precisa el directivo.
Así, entre el ir y venir de aviones, el movimiento de las escalerillas, la rutina cotidiana y la disposición de asumir nuevos desafíos en tiempos muy difíciles, el aeropuerto de Santa Clara celebró su cumpleaños 26.
Más allá del «Abel Santamaría»
Algunos pudieran pensar que el ajetreo aeroportuario se circunscribe al edificio central; sin embargo, al complejo se añade el radicado en Cayo Las Brujas, en la cayería noreste, y la reciente incorporación del «Jaime González», en Cienfuegos, que reinició sus labores con dos vuelos semanales de la compañía canadiense Sunwing, a fin de asegurar el turismo en la zona sur de Trinidad, Topes de Collantes y el polo villaclareño. Es decir, que cerraron el pasado diciembre con los tres aeropuertos ofreciendo servicios internacionales.
—¿Cuál es la mayor riqueza que distingue a la terminal aérea?
—Sin duda alguna, los más de 1000 trabajadores, quienes tienen un ciclo de labor por turnos que abarca todos los días del año, sin feriados, y entre 16 y 20 horas de quehacer. Por ejemplo, al arribar al país, los tiempos de estancia en los salones no superan los 35 minutos desde que el pasajero desciende de la aeronave hasta que sale a la zona pública. Sin embargo, el estándar internacional para esta operación es de 45 minutos.
«En cuanto a la eficiencia y calidad, los niveles se mantienen dentro del sistema de encuestas implementadas por el Turismo y la satisfacción aeroportuaria. Ambas totalizan más de cuatro puntos de los cinco posibles. En cuanto a los ingresos, rebasamos los 240 millones de pesos, más un componente en moneda libremente convertible».
El aeropuerto internacional Abel Santamaría se inserta en la proyección comunitaria, con su aporte a la vecindad cercana a la Base Aérea y a proyectos de desarrollo local.
Sobre el control sanitario
No escapa de las acciones cotidianas el control sanitario en fronteras, estrategia que continúa fortaleciéndose con un equipo muy experimentado. «Se trata de la primera barrera de entrada al país, y en los años en que duró la pandemia, el aeropuerto ejecutó acciones fundamentales al implementar los protocolos sanitarios internacionales para enfrentar un virus desconocido por todos», alega Bello Véliz.
El mayor logro que tuvieron fue el de no lamentar contagios generados dentro de la entidad, gracias a la efectividad de sus labores.
La experticia del equipo del «Abel Santamaría» posibilitó que los pasajeros enfermos fueran detectados de inmediato, los cuales recibieron las atenciones comprendidas en las normas, por lo que no se incrementaron las cifras de contagiados en el país.
«Ello posibilitó que el destino Cuba y nosotros, como parte de este, pudiéramos enaltecer la seguridad sanitaria a partir de la reapertura de nuestras fronteras. En aquel momento se nos asignaron nueve consultorios médicos de la zona para atender los casos y apoyar el trabajo durante la etapa», rememora el directivo.
—¿Y la visión actual?
—Mantenemos otras directrices que permiten la detección del posible viajero enfermo y aplicar el tratamiento inminente, para seguir siendo una plaza de plena seguridad.
El futuro
Ya suman 26 cumpleaños, no obstante, el porvenir exige nuevos propósitos y empeños. Según Lester Roberto Bello Véliz, resulta perentorio asegurar el crecimiento del turismo y el desarrollo de la instalación, fundamentalmente, en la infraestructura de la terminal, pues no ha recibido nuevas inversiones.
Contrastes
El mundo de la aviación resulta complejo en materia de indemnizaciones. De acuerdo con las precisiones del ingeniero Lester Bello, las demoras en las operaciones de rampas ocasionan pérdidas a las compañías aéreas, «por lo que cumplimos con nuestras labores en un tiempo promedio de 45 minutos a una hora para los vuelos de mediano porte en su tiempo de estancia en tierra». La puntualidad aérea es implacable y no admite justificaciones. ¿Tenemos o no nuestras Razones?
«Trabajamos en el mantenimiento de la pista ante los posibles vuelos de gran porte que deben arribar en fecha próxima desde Rusia y España, y como parte del incremento de los servicios para los clientes, nos enfocamos en fomentar el comercio y la gastronomía».
Los planes futuros no relegan la necesaria ampliación de los salones y de la propia infraestructura que, desde el punto de vista del director del «Abel Santamaría», «se van quedando atrás, pero mientras tanto continuaremos con el pedacito que tenemos, defendiendo la premisa de garantizar la eficiencia en el nuevo año, después de un 2023 bastante significativo en resultados. La meta para el 2024 es hacerlo mejor».
Son aspiraciones puntuales para que el destino Santa Clara siga propiciando un cielo seguro en el que volar.