
La COVID-19 tensa la vida al interior de la familia. Como nunca antes en la historia reciente, las personas viven en un estado de amenaza constante. Las malas noticias llueven y, en medio de las altas cifras de contagio, casi no queda tiempo para pensar en esa otra pandemia silenciosa que puede tener efectos a largo plazo en la salud emocional.
Sobrevivir a la ansiedad se ha convertido en un reto igual de importante que no enfermar del maldito virus. Incluso, el Dr. Luis Felipe Herrera Jiménez, profesor titular de la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas, asegura que muchas de sus expresiones pueden persistir una vez controlada la pandemia.
Las necesarias medidas de confinamiento, la contagiosidad, las secuelas y el miedo a morir o enfermar golpea los estados emocionales de muchas personas, que comienzan a sentirse desbordadas ante la realidad. Sin embargo, existen mecanismos que ayudan a enfrentarlas con éxito e inteligencia emocional.

El especialista explica que «la ansiedad es un sentimiento de aprensión difuso, de inquietud, de temor vago y muy desagradable. Se trata de una emoción básica, una vivencia anticipatoria que prepara al organismo para afrontar algo que se percibe como amenazante ».
¿Qué experimentamos cuando estamos ansiosos?
Aparecen manifestaciones psicológicas como nerviosismo, aprensión, dificultad para concentrarse, pérdida de memoria, dificultad para coordinar ideas y pensar, sensación de cansancio, preocupación e irritabilidad. En el plano psicofisiológico, pueden aparecer dificultades para respirar, voz entrecortada, ritmo cardíaco acelerado, salto epigástrico, sudoraciones, tensión muscular, dificultades en la esfera sexual y micción frecuente. En lo conductual, la persona está hipervigilante, reactiva; se aprecia inquietud marcada, mueve las piernas, los pies, se frota las manos, camina y habla más rápido, muchas veces sin control de lo que dice. Resultan comunes el insomnio y los trastornos de la alimentación: come demasiado o pierde el apetito.
¿La ansiedad puede convertirse en un padecimiento?
Sí. Se reconocen los trastornos por ansiedad y, además, forma parte de diferentes cuadros clínicos. Puede considerarse un trastorno cuando interfiere en el funcionamiento diario de quien la presenta. Asimismo, las manifestaciones de ansiedad suelen aparecer asociadas a la depresión, el estrés y la ira, y estar presentes en trastornos mentales como las psicosis y otras patologías que afectan al ser humano.
En el caso específico de la COVID-19 y la ansiedad, ¿existen investigaciones al respecto?
Diferenciación de la ansiedad como rasgo y como estado
La ansiedad como rasgo resulta una característica de la personalidad; inherente a personas que tienden a reacciones muy rápidas y dan la sensación de nerviosismo. Tiene que ver con particularidades del temperamento y la movilidad de los procesos nerviosos. Se ha demostrado que una elevada ansiedad como rasgo puede llevar a la ansiedad como estado.
La ansiedad como estado es la reacción del individuo en circunstancias anormales de la vida. Específicamente, aparece en cuadros de inadaptación que pueden ser temporales, pero hay otros, como los propios trastornos por ansiedad u otros trastornos mentales, en que la ansiedad puede cronificarse.
Entre los trastornos de ansiedad se encuentran:
- El trastorno de ansiedad generalizada. Es una preocupación excesiva e incontrolable sobre actividades y eventos presentes y futuros. Aparece la denominada tormenta vegetativa, con taquicardia, escalofríos, sacudidas musculares y reactividad; además de la vivencia psicológica de impotencia e inseguridad. También como forma clínica existe el trastorno de pánico o angustia, en el que aparecen crisis recurrentes e inesperadas que llegan a paralizar a la persona que la padece.
- Trastornos de ansiedad fóbica. Se caracteriza por un temor irracional y con crítica ante objetos y situaciones específicas, así como por una conducta de evitación y una actitud expectante ante el temor a que se presente el objeto o situación temida. Aquí se encuentran la agorafobia, o sea, el miedo a los lugares y espacios abiertos, mercados, plazas, grandes multitudes. Otra forma clínica es la fobia social; el miedo gira en torno a la interacción con otras personas, a hablar en público, comer, etc.
Por último, existen las fobias simples a situaciones, objetos, personas, animales específicos, las alturas, los aviones, los trenes, los truenos, la oscuridad, la electricidad, la sangre, las vacunas, entre otras cosas.
- Trastorno obsesivo-compulsivo. Es un trastorno complejo, donde aparecen obsesiones, compulsiones y la duda obsesiva que se acompaña de ansiedad.
Sobre el tema se han realizado investigaciones en el Centro de Bienestar Universitario de la UCLV, tanto con estudiantes como con la población en general. En ellas se han encontrado niveles de ansiedad más elevados en mujeres que en hombres, lo que coincide con reportes internacionales y puede vincularse con un incremento de las tareas que realizan en el hogar, digamos en la orientación de las teleclases, en las familias con niños y adolescentes, el cuidado de adultos mayores, el teletrabajo… También, las propias medidas de aislamiento y las dificultades en la vida cotidiana se asocian a las expresiones de ansiedad. En ambos géneros se notó temor por la enfermedad y tener que ir a un centro de aislamiento. Al valorar la búsqueda de alternativas para afrontar la situación actual, las mujeres expresaron una mayor variedad de actividades. Por su parte, en los hombres se encontró un incremento de hábitos tóxicos; resulta preocupante la ingestión de bebidas alcohólicas y el consumo de cigarros.
«En las personas más jóvenes la ansiedad fue más acentuada que en los adultos mayores. En relación con las preocupaciones en orden jerárquico, las mujeres, seguidas de los hombres, confesaron el temor a que sus hijos, nietos y su pareja se enfermaran con la COVID-19, antes de mostrar su miedo por contraer el virus ellas ».
¿Cómo podemos aprender a manejar la ansiedad?
Desde el punto de vista psicológico contamos con recursos para ello. Sin embargo, por lo general, en nuestra cultura, no se educa en esa dirección. No tenemos el hábito de cuidar nuestra psiquis, la cual, como el cuerpo, merece cuidados desde la infancia. El sistema nervioso humano ofrece la posibilidad de relajarnos y lograr la calma ante situaciones ansiógenas y de excitación.
«Existen técnicas cognitivo-conductuales para las diferentes formas clínicas de los trastornos ansiosos. Como parte del autocuidado necesario para la vida, se debe aprender a autorregistrarnos emocionalmente y saber qué es lo que nos está afectando. Si se tratase de niños bajo su responsabilidad, hay que valorar si las manifestaciones actuales están asociadas con la etapa de pandemia y evitar llamarles la atención con la presencia de los síntomas ansiosos en situaciones de crisis. Recuerde que los niños tienden a imitar lo que ven hacer a los adultos.
«Se pueden hacer ejercicios físicos. Caminar, aunque sea dentro del hogar, favorece la protección del sistema nervioso y puede atenuar la ansiedad. «Realizar técnicas de relajación o meditación sencillas, las que, una vez que se dominen y ejecuten, pueden ayudar. Se deben cuidar el sueño y la alimentación, tratar siempre de acostarse, levantarse y realizar las comidas a la misma hora. «Ocupar el tiempo en actividades que ayuden a sentirse bien. Aun en condiciones de aislamiento siempre existe algo que puede entretener y distraer. Evitar el exceso de noticias e información y comentarios innecesarios. Poner la mente en cosas útiles para el individuo, su familia y personas más cercanas. Si se aprecia que las manifestaciones de la ansiedad son persistentes, solicitar ayuda profesional ».
¿Niveles altos de ansiedad pueden afectar nuestra salud física?
No existe buena salud física sin salud mental. Los niveles elevados de ansiedad repercuten en todos los subsistemas del cuerpo humano. La psiconeuroinmunología ofrece datos científicos que avalan esta relación y hay cuadros clínicos que así lo expresan, tanto en trastornos inmunológicos, hematológicos, en enfermedades del sistema digestivo, de la piel como en las crónicas no transmisibles y otros desórdenes. Por tanto, las manifestaciones de ansiedad deben ser atendidas oportunamente.