Una batalla contra la pandemia a la altura de la montaña

En la zona del Plan Turquino de Villa Clara se libra cada jornada la batalla contra la COVId-19, a pesar de las difí­ciles condiciones propias de la geografí­a montañosa.

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Médico que labora en la zona montañosa de Manicaragua, en Villa Clara.
La batalla contra la COVID-19 se extiende hasta las zonas más montañosas y de difícil acceso de la geografía villaclareña. (Foto: Francisnet Díaz Rondón)
Francisnet Dí­az Rondón
Francisnet Dí­az Rondón
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07 Septiembre 2021

«Mire, yo tengo que tomar precauciones. Como trabajo con público, me conoce mucha gente, y vení­an a mi casa a tomar café o agua; pero vivo con personas ancianas y tengo que cuidarlas a ellas y a mí­ del coronavirus », manifestó convencida de sus palabras Ania Veití­a Rodrí­guez, residente en la comunidad de Jibacoa, perteneciente al Plan Turquino de la zona montañosa del municipio de Manicaragua.  

Un cartel de «No pase » y un pedazo de cinta amarilla en la entrada de su hogar advierten a vecinos y transeúntes de la determinación de esta jibacoense de cumplir con las medidas higiénico-sanitarias orientadas y divulgadas por el Ministerio de Salud Pública (Minsap).

Annia Veití­a, pobladora de Jibacoa, en las montañas de Villa Clara.
La jibacoense Ania Veití­a Rodrí­guez cumple de manera estricta con las medidas higiénico-sanitarias. (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

Sin traspasar los lí­mites del portal, Ania expresa su criterio acerca de la responsabilidad de la población ante la situación epidemiológica: «El colectivo de médicos, mejor no lo queremos, se lo digo de verdad; pero aquí­ todaví­a falta mucha disciplina. A personas sospechosas o que han dado positivo las he visto en la calle, además de niños sin nasobuco jugando afuera y los padres como si nada », dijo con cierto disgusto mezclado con preocupación.

Ante la lejaní­a de la cabecera municipal, la habitual tranquilidad y pocos habitantes, parecí­a que en las comunidades del «Turquino » la pandemia no darí­a problemas. No obstante, desde su inicio hasta la fecha se han diagnosticado 67 casos positivos, y en el momento de este reportaje (miércoles 1. º de septiembre), se hallaban 132 sospechosos varios pendientes de resultados de PCR y cuatro confirmados.

En el apartado rincón montañoso, la pelea contra el flagelo resulta intensa, constante y también llena de heroicidad por parte del personal de la Salud, debido, en buena medida, a las particularidades de un lugar ubicado a decenas de metros sobre el nivel del mar, en medio de una geografí­a abrupta y plagada de obstáculos.  

Desafí­os en el lomerí­o

En el área de Salud del policlí­nico Enfermera Paula Marí­a Pérez Morales, de Jibacoa, los pacientes más afectados con sospecha del virus SARS-CoV-2 son trasladados a la consulta de IRA (Infecciones Respiratorias Agudas) desde los diferentes y apartados poblados. En un pequeño espacio hay dos camas disponibles para los posibles remitidos al hospital de campaña levantado en la escuela primaria Reinaldo Urquiza, en la cabecera municipal.

Doctora Yordaika Elda Rivero.
La doctora Yordaika E. Rivero Ramí­rez, directora del área de Salud del policlí­nico rural Paula Marí­a Pérez Morales, de Jibacoa. (Foto: Ernesto Alejandro ílvarez Alonso)

En la montaña habita una población de 4047 personas distribuidas en diez consultorios del médico de la familia. De ellas, cuatro con personal integrado por un médico y dos enfermeras, quienes no descansan ante los desafí­os que exige la lucha contra el coronavirus. De manera general, se encuentran trabajando 14 galenos uno por cada consultorio; tres en la sala de IRA y dos en el hospital de campaña.

La doctora Yordaika Elda Rivero Ramí­rez, directora del área de Salud, refiere que en la atención a los pacientes afectados por la COVID-19 se siguen los protocolos orientados por el Ministerio de Salud Pública y con las actualizaciones correspondientes según se indique, con la asistencia de los equipos básicos y el personal que trabaja directamente en el enfrentamiento a la pandemia.

«En estos momentos atendemos a cada persona con sí­ntomas identificada a través de la pesquisa o porque se presenta de manera voluntaria en la sala de IRA u otro servicio en los consultorios. Luego de evaluada y clasificada, entra dentro del sistema de atención a los pacientes sospechosos o positivos.

Zona en aislamiento en Jibacoa, Manicaragua,
Desde su inicio hasta la fecha, en Jibacoa se han diagnosticado 67 casos positivos, y en el momento del reportaje se hallaban 132 sospechosos varios pendientes a resultados de PCR y cuatro confirmados. (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

«A todos se les realiza el test de antí­geno. Esta no ha sido el área de Salud con más dificultades a la hora de disponer de los insumos para la importante prueba, pues, apenas se agotan, se enví­an en menos de 24 horas o pocas veces demora un dí­a entero », explica.

Según Yordaika, al haber poca disponibilidad de pruebas, han buscado la forma de hacer un uso racional del medio diagnóstico. Cuando el enfermo comienza con la sintomatologí­a en las primeras 24 horas, en ese corto lapsus el test puede dar negativo. Por eso, esperan la evolución de los sí­ntomas en las próximas 48 horas para que el organismo dé una respuesta más certera.

«Aunque tengamos el test en las manos, tratamos de no usarlo en los momentos iniciales, pues puede dar negativo y al tratar de hacerlo por segunda ocasión, pudiéramos no disponer de este, que es cuando el diagnóstico serí­a más seguro debido al aumento de la carga viral.

«Luego de evaluar a la persona positiva, comenzamos con el Nasalferón. Nos mantenemos en comunicación con la Dirección de Salud del municipio, y de no tener nosotros el medicamento, acudimos de inmediato en el ómnibus a buscarlo, a pesar de la distancia. No importa la hora de regreso; apenas llega, el personal toca a las puertas de los pacientes hasta tarde en la noche para entregárselo directamente », argumenta la directiva.

El área de Salud del Plan Turquino de Manicaragua tiene un diseño estratégico al contar con comunidades ubicadas hasta a 15 kilómetros de distancia montaña arriba, con respecto a Jibacoa. Aunque cuentan con los equipos básicos en los consultorios, carecen de transporte urbano al eliminarse la movilidad de los pacientes con sí­ntomas, como parte de las medidas de enfrentamiento a la pandemia.

Por tal motivo, muchos contagiados deben ser trasladados en el ómnibus   conducido por valientes choferes, quienes también están a la par del equipo de Salud en cuanto al combate contra la pandemia.

Un médico con cuatro nombres y decenas de agradecidos

Cuando el doctor Nelson Alberto Pascual Giraldo se presenta, nadie queda ajeno al detalle de que sus apellidos también son nombres comunes. Pero, más allá de la curiosidad, llama la atención que este médico se encarga de velar por la salud de los más de 920 habitantes de Jibacoa.

El dotor Nelson Pascual Giraldo atiende a una paciente.
El doctor Nelson Alberto Pascual Giraldo atiende a varios pacientes de la comunidad positivos a la COVID-19 o sospechosos, aislados en sus hogares, como Julia Rodrí­guez Ruiz, en la imagen. (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

Entre sus pacientes se hallan ahora cinco embarazadas, seis lactantes, dos postrados y una persona encamada. Además, el 47 % de la población son personas que superan los 60 años o de la tercera edad.   En la batalla contra la COVID-19 el joven galeno de 28 años apenas cuenta con un minuto de descanso. Mantiene en vigilancia   casi a 60 contactos directos y un convaleciente menor de 12 años.

Residente de primer año de Medicina General Integral (MGI) y graduado en Camagí¼ey, el doctor Nelson Alberto no se amilana ante las dificultades de una zona tan compleja como la montaña, ni ante la escasez de insumos o medicamentos. Busca las más variadas iniciativas para atender lo mejor posible a cada paciente.

«Siempre se crean alternativas para lograr que el paciente se sienta lo mejor atendido posible y evitar complicaciones. Todos los dí­as visito varias personas, y no hay tiempo para descansar. Pero, ese es mi deber », expresa.

Así­, camina distancias para prestar su servicio en la comunidad, no pocas veces sin transporte. Con un suero y medicamento en las manos se dirigió hasta la zona de Coco Solo para atender a la abuela Julia Rodrí­guez Ruiz, de 60 años de edad, diagnosticada positiva e ingresada en su propia casa.

Jibacoa, localidad montañosa del municipio de Manicaragua, en Villa Clara.
En Jibacoa residen más de 920 habitantes, y el 47 % de la población son personas de más de 60 años o de la tercera edad. (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

Luego de colocarle la bolsa con la sustancia curadora, Nelson Alberto le explica a una de las nietas de Julia cómo retirar la aguja al terminar de vaciarse el suero, que durarí­a unas cuatro horas. A pesar del malestar, la paciente se siente agradecida por los cuidados del joven doctor.

«Me han atendido muy bien durante el tiempo que he estado aquí­. El medicamento demoró un poco, pero enseguida que llegó me lo pusieron. He sentido mucho dolor en la espalda y las piernas, pero voy levantando.   Mi hijo, junto a su esposa   y demás personas de su casa también son positivos, y ya han recibido todo lo necesario », dice Julia, con cierto brillo en sus azules ojos.

El galeno se despide y recorre nuevamente la solitaria carretera. Por el camino saluda y atiende a otros enfermos, tanto positivos como sospechosos en espera del resultado del PCR.

Gracias a su desempeño y esfuerzo al igual que los demás miembros del personal de Salud en las alturas de las montañas villaclareñas la batalla contra el SARS-CoV-2 no se detiene. Y el empeño por salvaguardar la salud de cada persona retumba hasta en el pico más alto del imponente paisaje.

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