Alejandro: un conquistador con bata blanca

Con 28 años, el Dr. Alejandro Guzmán Cabrera asumió la dirección del policlí­nico Marta Abreu de Estévez, en Santa Clara. La ética, la toma de decisiones colectivas y la aplicación de la ciencia para solucionar problemas sustentan los resultados de su trabajo.

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Mónica Sardiña Molina
Mónica Sardiña Molina
@monicasm97
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05 Diciembre 2021

Podrí­a ser diplomático, documentalista, pescador, arqueólogo, historiador o pirata; pero la vocación familiar gritó más alto que todos los sueños juntos. Por obra y gracia de la genética, acabó vestido de blanco, con un estetoscopio al cuello y una marca única en la solapa izquierda de la «capa de superhéroe »: Dr. Alejandro Guzmán Cabrera.

Entre tantos nombres valiosos que completan el escuadrón anti-COVID-19 en Villa Clara no puede faltar el de este joven. A sus 30 años consolidó el apoyo de los colegas, el agradecimiento de los pacientes y hasta el respeto de un virulento contrincante, durante una epopeya de 68 dí­as, en el policlí­nico docente Marta Abreu de Estévez, en Santa Clara, convertido en hospital.

¿Estudiar Medicina fue una intención infantil o adolescente?

La determinación tocó a mi puerta cuando cursaba el 11. º grado del preuniversitario. Tení­a en casa la experiencia de mi mamá: la Dra. Marlene Cabrera Fonseca, y muy cerca estaba la vocación por esa ciencia tan humana que salva vidas y ayuda.  

Dr.Alejandro
Dr. Alejandro Guzmán Cabrera, especialista en Medicina General Integral y director del policlí­nico Marta Abreu de Estévez, en Santa Clara. (Foto: Cortesí­a del entrevistado)

«En el 12. º grado me presenté a la prueba de requisitos adicionales para la carrera de Relaciones Internacionales, que también me motivaba mucho, pero no la obtuve, y opté, entonces, por seguir el ejemplo de casa. Mi familia, como siempre, apoyó mi decisión de ser médico. Tuve un respaldo incondicional de mi mamá en los primeros años de la carrera, porque también fue profesora de mi grupo ».

¿Cómo transcurrieron los años universitarios?

Estudié en el policlí­nico Marta Abreu, cuando era una sede universitaria. A ese modelo de enseñanza le debo muchí­simo, porque me formó de manera integral. Resultó una experiencia increí­ble transitar como estudiante por la institución que dirijo hoy.

«Allí­ me guiaron profesores excelentes, y durante el sexto año, que cursé en el hospital militar Comandante Manuel Fajardo Rivero, encontré otro claustro maravilloso. Me gustaron mucho las materias de Idioma Inglés y Cirugí­a, y dos especialidades me cautivaron, la Medicina Interna       como base de la Ciencia Médica y la Cardiologí­a ».

Una vez graduado, ¿cómo llegó a la dirección del policlí­nico Marta Abreu?

Escogí­ una de las especialidades más lindas que existen en nuestro sistema de Salud, porque integra conocimiento y ciencia, toca a las familias y ve a las personas como seres biopsicosociales.

«Pasé el primer año de trabajo en el municipio de Remedios. De allí­ me llevé muy buenas amistades, la oportunidad de ejercer la Medicina, de tomar decisiones, de atender pacientes solo y ver cómo evolucionaban de manera satisfactoria. Al mismo tiempo que ejercí­a la especialidad y viajaba diario a Santa Clara, formé parte del Buró municipal de la Unión de Jóvenes Comunistas, como miembro no profesional.

«Transcurrido el año, pedí­ la liberación por mejorí­a algo usual para las personas que trabajamos fuera de nuestra zona de residencia, y me ubicaron en el consultorio 22, frente al hotel Riviera, perteneciente al policlí­nico Marta Abreu. Allí­ querí­a trabajar, porque conocí­a y admiraba la institución desde que era estudiante, y aspiraba a terminar la especialidad en Medicina General Integral, que habí­a comenzado en Remedios.

«Cuando estaba terminando el segundo año de residencia, el subdirector del “Marta Abreu” me invita a prepararme como futuro jefe de un grupo básico de trabajo, y luego la Dra. Belkis Lorenzo González, subdirectora de Salud en Villa Clara, me llevó para la Dirección Provincial, para mejorar mi preparación. Aprendí­ muchí­simo del colectivo de trabajo del departamento de Atención Primaria de Salud, me nutrí­ de experiencias en los recorridos a los 13 municipios, culminé la especialidad con buenos resultados y regresé al policlí­nico como subdirector de Asistencia Médica, en marzo de 2019.

«Luego de ocho meses en el cargo y como consecuencia de los resultados obtenidos en el trabajo, me asignan la dirección. Entonces tení­a 28 años y creí­a que la tarea estaba grande, porque no poseí­a conocimientos propios de ese puesto. Implicó un reto prepararme para no fracasar.

«Completé un consejo de dirección, en su gran mayorí­a, integrado por jóvenes con mucha valentí­a, í­mpetu, ganas de “echar pa’ lante” y deseos de renovar. Ese equipo ha sido una de las claves del éxito del policlí­nico Marta Abreu durante los últimos dos años y tres meses ».

¿Cuánta importancia le concede al apoyo familiar para enfrentar estas tareas?

Detrás de cada cuadro de dirección tiene que haber una familia que lo entienda, que lo asista, que comprenda la salida temprano de la casa y las llegadas tarde todos los dí­as. No existen dí­as feriados ni domingos. Quizás no se pueda celebrar los 14 de febrero o los cumpleaños, y esto forma parte también del sacrificio que enfrentamos los profesionales de la Salud cuando decidimos escoger esta carrera. Requiere mucha abnegación, no solo personal, sino también familiar.

Para algunos profesionales el trabajo en consultorios o policlí­nicos resulta menos meritorio que en un hospital, por ejemplo. ¿Cuánto le ha aportado a usted la Atención Primaria de Salud?

A mi entender, los médicos de familia cuentan con una preparación expedita. Son muy valientes, capaces de atender con un punto de vista integrador cada una de las patologí­as.

«A nivel mundial, la medicina familiar ejerce un rol clave. Nuestra misión es promover salud y prevenir las enfermedades. Si se hace con objetividad, con responsabilidad y un enfoque clí­nico y epidemiológico, logramos controlar todas las patologí­as crónicas no transmisibles, como la hipertensión, la diabetes. Esto alivia, en gran medida, al nivel secundario de atención y disminuye una de las principales causas de muerte en nuestro paí­s, que son las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, creo que no existe una balanza para medir la importancia de las especialidades.

«Cada médico de familia debe ir a su comunidad con orgullo, sabiéndose querido. Luego de casi dos años de lucha contra la COVID-19, nadie es más respetado en este paí­s que los médicos de familia. Nuestra zona roja era toda la comunidad, no tení­amos una cinta que nos delimitara el área de atención y estábamos constantemente en peligro. Les dirí­a: “Siéntanse valientes, capaces y bien preparados, porque lo somos”.

«La atención primaria de salud ha sido una escuela para mí­. En varias ocasiones he planteado que nuestro paí­s necesita que los cuadros del sector, a todos los niveles, hayan pasado por la atención primaria. Un jefe de departamento en el Ministerio, un viceministro y hasta un ministro con esta experiencia tiene el 80 % de las herramientas para lograr con éxito lo que se propone ».

A partir de su experiencia, ¿cómo cree que se puede perfeccionar la atención primaria de salud en Cuba?

Como todo en la vida, es perfectible, más en estos tiempos. Debe realizarse una revisión ministerial profunda al programa de la medicina familiar, con la intención de recuperar sus conceptos fundacionales o de realizar los cambios que necesitan los profesionales de hoy.

«Uno de los elementos más criticados consiste en la documentación que debe llevar el médico de familia. Es excesiva, muy engorrosa y le consume el tiempo necesario para realizar visitas, desarrollar actividades de promoción en la comunidad, trabajar con grupos de riesgo, rescatar los cí­rculos de adolescentes y de abuelos. Constituye una de las razones por las cuales los médicos de familia optan por una segunda especialidad, más allá de su vocación, para librarse de esa gran carga que llevan sobre sus hombros.

«De igual manera, estos profesionales tienen que ser más reconocidos. Las personas que estamos dirigiendo somos los primeros responsables del estí­mulo moral o material a cada uno de ellos. Lo necesitan y se lo merecen ».

¿Cuándo supo que la llegada de la pandemia a Cuba serí­a inminente y cómo se preparó para enfrentarla?

Como todo profesional de la Salud, al conocer de la existencia de los primeros casos de COVID-19 en Wuhan, comencé a revisar toda la documentación existente en las redes y las revistas cientí­ficas. Si le soy sincero, en el mes de marzo de 2020 estaba de vacaciones en Topes de Collantes y no imaginaba que el virus paralizarí­a a nuestro paí­s y al mundo.

«En la primera etapa capacitamos a todo el personal sobre las principales medidas a cumplir y el uso de los medios de protección, e iniciamos las labores de pesquisa, con el apoyo de los lí­deres comunitarios, y el rol decisivo de estudiantes y profesores de la Universidad de Ciencias Médicas ».

Cuando la situación se tornó crí­tica en Villa Clara, ¿cómo recibió la noticia de que convertirí­an al policlí­nico Marta Abreu en un hospital y que usted estarí­a al frente?

Ya el mes de junio mostraba indicios de la que serí­a una de las etapas más difí­ciles en la contención de la epidemia, con la inoportuna aparición de la variante delta. La transmisión comunitaria demanda mayores capacidades de ingreso, más atención médica, insumos y recursos, como, por ejemplo, el oxí­geno.

«Un domingo, a finales de julio, alrededor de la 1:30 p.m. me llamó el Dr. Juan José Pulido, jefe de Atención Médica de la Dirección Provincial de Salud, y me comunicó la necesidad de abrir un nuevo hospital en el policlí­nico Marta Abreu.

«A las 3:00 p.m. nos reunimos para tomar decisiones; en diez dí­as realizamos todas las adaptaciones constructivas y de aseguramiento, y comenzamos la atención el 8 de agosto de 2021 ».

«El hospital funcionó hasta el 16 de octubre y recibió a 437 pacientes, con un equipo asistencial compuesto por médicos recién graduados, residentes, especialistas en Medicina General Integral y en Estomatologí­a General Integral, enfermeros, trabajadores de farmacia, así­ como técnicos y licenciados de Laboratorio y Radiologí­a.

«En el mes de agosto enfrentamos un trabajo más complejo, por la escasez de oxí­geno, pero durante los últimos 16 dí­as mantuvimos la mortalidad en cero. Ello se debió, en gran medida, a la organización de la conducta médica, el uso oportuno de la terapéutica, la mejorí­a progresiva en la disponibilidad de medicamentos y la optimización de los recursos.

¿Se contagió usted?

No. A pesar del trabajo constante y el riesgo en cada uno de los eventos y controles de foco que atendimos, no me contagié. Considero, por tanto, que es posible contener la COVID-19 sin enfermarse, si nos protegemos y somos disciplinados en cuanto a las medidas y medios de protección ».

¿Qué piensa sobre el hecho de que muchas personas han perdido percepción del riesgo y descuidan por completo las medidas higiénico-sanitarias?

Es una falta de sensatez y de responsabilidad bien grande. Nosotros no podemos olvidar lo triste y lo oscuro que fue el mes de agosto para Cuba y para los profesionales de la Salud. Estuvimos en difí­ciles posiciones de trabajo, vimos personas jóvenes fallecer, familias quedarse sin padre, hijos quedarse sin madre, abuelos partir, cientos de situaciones indescriptibles y que impactaron directamente sobre nuestra psicologí­a, porque el deber de un médico consiste en salvar vidas humanas, recuperar a cada uno de los pacientes que acudan al sistema de Salud.

¿Cómo es su vida fuera de los centros asistenciales y despojado de la bata blanca?

Soy un joven de estos tiempos, un joven de 30 años, formado en los valores de esta Revolución, y que llevo bien apegados en mi labor profesional.

«Disfruto tomarme un trago en un bar, ir a una discoteca. Me encanta pescar, aunque hace más de dos años que no lo hago, por la complejidad de los tiempos. Me gusta mucho ver documentales, así­ como conversar, no solo de Medicina, sino también de temas económicos, cientí­ficos, de cultura general. Soy un apasionado por la arqueologí­a, por la historia universal y de Cuba, y especí­ficamente, por la historia arqueológica y pirata de la patria, que no relatan los libros, pero está escrita en cada rincón de este hermoso paí­s ».

 

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Foto: Dr. Alejandro Guzmán Cabrera, especialista en Medicina General Integral y director del policlí­nico Marta Abreu de Estévez, en Santa Clara. (Foto: Cortesí­a del entrevistado)

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