Acciones que hablan de valores

Hace 17 años administra la panaderí­a Bulevar 2, en la justa esquina santaclareña de la calle Plácido, y no recuerda haber vivido un tiempo más difí­cil para todo su colectivo que el de los meses agudos de la Covid-19.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
Orly Matos no es solo un administrador de oficina. Fundador de la Cadena del Pan. Maestro de sus compañeros gracias a su experiencia. Prepara la masa para que los panaderos cumplan los parámetros de calidad.(Foto: Ricardo Ricardo R. González)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
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01 Febrero 2022

Cuántas veces encontramos gestos y comportamientos que trascienden por su sensibilidad y quedan en ese marco estrecho de quienes solamente lo conocen. Esta historia es de esas, tiene un valor profundamente humano a partir de que la vida para Orly Matos Matos se le hizo más compleja ante los momentos en que el SARS-CoV-2 azotaba con su mayor crudeza.

Hace 17 años administra la panaderí­a Bulevar 2, en la justa esquina santaclareña de la calle Plácido, y no recuerda haber vivido un tiempo más difí­cil para todo su colectivo.

Ello necesitó un esfuerzo sobrenatural y fue necesario establecer el control a fin de evitar la venta desmedida, el acaparamiento irracional, y que el producto llegara a la mayor cantidad de pobladores en tiempos en que el suministro de insumos atravesaba por un perí­odo agónico.

«Tarea dura y muy estresante que involucró a todos los trabajadores », recuerda Orly, cuando en cada madrugada llegaba a las 5:00 para prepararse y organizar la cola de una venta iniciada una hora después.

Si bien los detalles de mantener la disciplina fueron orientados a los administrativos de los centros, no todos lo cumplieron. El pueblo tomó confianza porque veí­a la constancia en el directivo de la panaderí­a, y después que lo hizo una jornada nunca más pudo abandonar el método. El público lo reclamaba porque era la manera de obtener el pan de cada dí­a, a la vez que lo extrañaban si por alguna coyuntura debí­a ausentarse.

«Repartí­amos 500 turnos diarios para la venta en dos tandas. Al principio no hubo mucho apoyo, después se sumaron otros factores. Ya a las 5:30 la cola estaba organizada para tratar con diferentes tipos de personas », declara el administrativo.

Lo poco entre muchos

Orly Matos reconoce que resultó algo complejo, pero muy bonito porque muchas personas lo agradecí­an, incluso integrantes de la cola lo ayudaban ante coleros que trataban de absolutizar el control de la fila.

«Ya retomamos el objeto de la panaderí­a que es ofrecer especialidades de pan en dependencia de los ingredientes asignados y una cantidad distribuida a los consejos populares e instituciones de Salud diversas, entre otros fines. (Foto:Ramón Barreras Valdés)

«Hubo momentos en que me quisieron agredir, tuve que recurrir a la policí­a y buscar al jefe del sector, y cuando vieron que los enfrentaba sin miedo comprendieron que tení­an que entrar por el aro ».

Todaví­a no sabe cuántas veces en el dí­a tuvo que bajar y subir los 11 escalones que separan la planta baja de su oficina. Gran parte de la población acudí­a a plantearle problemas y necesidades, por lo que sentí­a cómo la rutina lo estaba afectando.

«Era el dilema entre el querer servir como ser humano y no poder hacerlo con todos, a partir de una complicidad total con mis 13 trabajadores de ser imparciales, de que no podí­amos caer en el «amiguismo » y en otros desví­os, incluso alguien cuestionó que se favorecí­a fuera de cola y después comprobaron que no era cierto ».

En menos de una hora se vendí­an entre 400 y 500 módulos de pan; sin embargo, el 14 de agosto enfermó con ese virus indeseable. De igual forma su segunda al mando.

«Confié plenamente en uno de mis trabajadores. Le di la llave del centro y encomendé cada paso a seguir. Desde la casa chequeaba a través del teléfono y daba orientaciones. A los 14 dí­as regresé, revisé el almacén, junto a cada uno de los puestos, y todo estaba perfecto.

¿Cómo es realmente Orly Matos?

Alguien profundamente humano. Las personas, mis compañeros de trabajo y mi familia ocupan lugares supremos. Soy incapaz de maltratar a nadie, al tiempo que le inculco al colectivo que valoren las verdaderas limitaciones ante esos ancianos con bastones e invidentes que se vean sin pan.

A pesar de que en aquella etapa hasta dormí­a con sobresaltos, le queda una satisfacción interna, la de haber sido útil, esa de hacer todo lo posible por el prójimo porque «una sonrisa llena de satisfacción te llena de orgullo ».

¿Algún recuerdo en particular?

Una anécdota ocurrida en Planificación Fí­sica. Llegué y los presentes en aquel momento se pararon y comenzaron a aplaudir. «Te mereces eso », me decí­an, algo en extremo emocionante que a veces no encuentras palabras para expresarla, ya que debes sentirla.

Un mensaje final: No cambies nunca, Orly Matos. La vida te lo agradece y los que admiran te llevan en el corazón por esas acciones que hablan de valores.

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