Lo que Cuba puede dar a los pueblos, y ha dado ya, es su ejemplo (+ Video)

El 4 de febrero de 1962 en la Plaza de la Revolución José Martí­ se refrendó, por aclamación popular, lo que se conocerí­a como II Declaración de La Habana, plataforma programática que respondí­a, también, a todas las agresiones, sabotajes y crí­menes contra el archipiélago, financiados desde EE. UU.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
(Foto: Archivo de Granma)
Tomado de la edición digital del periódico Granma
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04 Febrero 2022

Solo un dí­a transcurrió entre la firma sancionadora de Kennedy –de la Proclama Presidencial que oficializó el bloqueo económico total de Estados Unidos contra Cuba– y la respuesta masiva de un pueblo en pie que inundó, con más de un millón de personas, la Plaza de la Revolución José Martí­, el 4 de febrero de 1962.

Así­ se refrendó, por aclamación popular, lo que se conocerí­a como II Declaración de La Habana, plataforma programática que respondí­a, también, a todas las agresiones, sabotajes y crí­menes contra el archipiélago, financiados desde EE. UU.

«Resistiremos en todos los campos (...); la Patria no trabaja para hoy, la Patria trabaja para mañana. Y ese mañana lleno de promesas no podrá nadie arrebatárnoslo, no podrá nadie impedí­rnoslo, porque con la entereza de nuestro pueblo (…), con el valor y el heroí­smo de nuestro pueblo lo vamos a conquistar », afirmó entonces Fidel.

Las maniobras para aislar a Cuba fueron también objeto de la denuncia en la anticipación polí­tica del joven lí­der. Ese propio dí­a, la oea consumaba, en Punta del Este, Uruguay, la expulsión de Cuba de esa organización, con el concilio, bajo presión, de los paí­ses del continente, con la honrosa excepción de México.

La II Declaración de La Habana reafirmó el carácter socialista e internacionalista del proceso polí­tico cubano, con énfasis en su trascendencia latinoamericana, pues en él se examinan las raí­ces históricas de los pueblos de nuestro continente, contra las acciones injerencistas del imperialismo norteamericano.

Precisamente «a los pueblos de América y del mundo » dirige Fidel las ideas que aprobarí­a aquella Asamblea General Nacional.

Los imperialistas, aseveró el Comandante en Jefe, no temí­an por la Revolución Cubana, sino por la Revolución Latinoamericana.

«Aplastando la Revolución Cubana, creen disipar el miedo que los atormenta, el fantasma de la revolución que los amenaza.   Liquidando a la Revolución Cubana, creen liquidar el espí­ritu revolucionario de los pueblos. Pretenden, en su delirio, que Cuba es exportadora de revoluciones ». A lo que respondió: «Frente a la acusación de que Cuba quiere exportar su Revolución, respondemos: las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos. Lo que Cuba puede dar a los pueblos, y ha dado ya, es su ejemplo ».

Concluyó entonces, Fidel, con la frase que luego el Che citarí­a en Naciones Unidas: «Porque esta gran humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente ».

Eso habí­a pasado en Cuba; la Revolución flamante marcaba la diferencia entre el sacrificio inútil y la emancipación consumada, y a tenor de ese ejemplo inspirador, aseguró Fidel: « ¡Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia! ».

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