Un proyecto con financiamiento foráneo y cubano toma cuerpo en zonas del noroeste villaclareño. Por un desarrollo agropecuario, con carácter inclusivo y sustentable, frente a los vericuetos del cambio climático.
Grecio Lorenzo Rodríguez, coordinador general de IRES en Villa Clara (derecha), junto al criador Alcina Ruiz, en inspección del desarrollo agroforestal y pecuario de la finca. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
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01 Marzo 2022
01 Marzo 2022
hace 2 años
Los productores del proyecto Incremento de la Resiliencia de Ecosistemas Agrícolas de Cuba (IRES), circunscritos a territorios villaclareños, junto a especialistas y directivos, tuvieron una larga jornada de trabajo en plantaciones forestales y fincas ganaderas de la costa norte. El propósito: comprobar cuánto hay que hacer en unas 20 600 hectáreas de superficie de tierra en Santo Domingo, Corralillo y Quemado de Gí¼ines, muchas veces invadidas por un espeso marabú y totalmente infructíferas.
Beneficiar la agricultura, desde la aplicación de la ciencia y la técnica, con la implementación de módulos agroforestales y silvopastoriles, será un resultado a largo plazo. De hecho, el proyecto dispone de financiamiento del Fondo Verde para el Clima y el Estado cubano, para favorecer la introducción de tecnologías modernas, maneras diferentes de laborar en la tierra, y garantizar fuentes de empleo y de transformaciones comunitarias.
En la mirada está minimizar los efectos del cambio climático, reforestar superficies agrícolas y el manejo de la regeneración natural del bosque, con la combinación de programas de siembra de cultivos varios y fomento ganadero.
El paisaje productivo, con hogares y comunidades rurales, también cambiará desde otra perspectiva. Preservar y conservar el suelo, y el empleo de agua a veces inexistente, hasta con persistentes escorrentías, constituye otra meta ante la degradación moderada de terrenos ociosos, de baja y escasa fertilidad, urgidos de transformaciones por representar agroecosistemas degradados.
En la búsqueda de ese contexto para el desarrollo alimentario, desde la visión sostenible y resiliente, frente al efecto invernadero, se logró una gira de campo. A la mira, el diagnóstico de todo lo que falta por hacer en territorios que, de las 35 000 hectáreas tuteladas por IRES en siete municipios cubanos, ocupan el 58,8 % de esa superficie total.
Obligatorias paradas
Por su incidencia, con la introducción de ciencia y técnica en el campo cubano, el Instituto de Investigaciones de Viandas Tropicales (Inivit), en Santo Domingo, recibió a los productores del centro del país acogidos al proyecto IRES para el fortalecimiento de capacidades referidas a condicionantes del cambio climático en los respectivos terrenos agropecuarios.
El Dr. Víctor Reinaldo Mederos Vega, director de Biotecnología Vegetal, abordó aspectos relacionados con la prestación de servicios en el Inivit, el asesoramiento y técnicas que ayudan a implementar la variabilidad genética y el mejoramiento de cultivos en condiciones de elevadas temperaturas, sequía y salinidad de los suelos, como las que caracterizan a los siete municipios incluidos en el proyecto de Incremento de la Resiliencia de Ecosistemas Agrícolas, y que imponen el empleo racional de los recursos naturales.
También se refirió a líneas investigativas a partir de la biotecnología vegetal, y anunció que allí funcionará una de las siete Escuelas de Campo del proyecto tres en Santo Domingo, dos en Corralillo y similar cantidad en Quemado de Gí¼ines, ideadas para el extensionismo, y aproximar a los productores y familiares al manejo sostenible del suelo, la biodiversidad y los principios agroecológicos.
Asimismo, el Bosque Modelo Sabanas de Manacas, y en particular íreas de Manejo Forestal de Espinal, y la finca ganadera El Renacer atendida por el criador Juan Carlos Rodríguez Gutiérrez, asociado a la Unidad Empresarial de Base Aguas Dulces, en las cercanías de Gavilanes, recibieron la visita de la comitiva.
Con 132 vacas, Rodríguez Gutiérrez aspira a unos 100 000 litros de leche en el año, y al referirse a sus prácticas de manejo animal, habló de la siembra de plantas proteicas, suministros de agua y pastos naturales en la alimentación y ordeño mecánico. También abordó los beneficios de la inseminación artificial con sementales escogidos, sobre todo Siboney cubano, y hasta de la monta directa de las hembras en celo, casi siempre a los 12 meses del parto anterior. Con su natural manera de decir, explicó con detenimiento las posibilidades reales de disminuir los índices de vacas vacías, en gestación, la natalidad de terneros, y el freno al hurto y sacrificio ilegal de reses.
Peripecias agroforestales
En el írea de Manejo de Gavilanes, otro de los sitios del periplo, Manuel Portela Fuentes dijo que ahora sacan unos 120 m3 de madera por hectárea, principalmente de pino, por acciones de raleo forestal reducir de forma gradual el número de árboles en superficie para ganar el porte de los ubicados en crecimiento, y de allí salen buenos bolos aptos para la construcción y la carpintería.
Aclaró que, en ocasiones, no saben qué hacer con la madera que extraen por necesidades de supervivencia del bosque. Hay cierta reticencia en entidades tabacaleras de Villa Clara y Sancti Spíritus en la compra de los bolos. Ese recurso, en su mayoría necesario en construcciones, carpinterías en blanco y hasta artesanías, se desaprovecha; razón por la cual solicitan clientes que suplan la dejación que hacen otros. Solo la Empresa Integral Forestal de la provincia, aseguró, figura como principal comprador de un surtido que muchas veces resulta deficitario.
Unos 200 m3 de madera se pierden por semana en las 1008 hectáreas en explotación. Desde 2005 fomentan bosques en zonas de Santo Domingo-Corralillo, y llegó la hora de talar y la sistemática extracción, hasta zonas de carga, con el auxilio de 15 yutas de bueyes. No obstante, con el ánimo de suplir otras «desgracias económicas » que afectan la solvencia de la entidad y el pago salarial a las fuerzas del sector, intervienen en la recolección de guano de cana, la palma que abunda en la región; y de leña, así como en la fabricación de carbón vegetal, añadió.
También disponen de áreas para la recolección de masa semillera de pino australiano (Casuarina equisetifolia), única de su tipo en el país, y aspiran a montar sistemas de extracción de resina, lo cual dejará mayores dividendos económicos, y se insertarían en los fondos destinados a la exportación, resaltó.
Unos tomaron notas, otros de la comitiva villaclareña del proyecto IRES sacaban conclusiones, hasta la llegada a la finca Tres Marías, perteneciente a la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Pedro Lantigua, en la comunidad de San Pedro, Corralillo. Allí estaba Maykel Alcina Ruiz, técnico veterinario, criador de bovinos, y de cabras Saanen y Nubia doble propósito lechero y carne, ubicadas antes del pastoreo en tarimas rústicas construidas con tabla de palma real, muy abundante en la zona.
Mariano Quintero Almeida acogido a proyectos de Desarrollo Local en Corralillo y a otro asumido por IRES, y al frente de la perspectiva Finca Escuela El Despertar, con unas 37,5 hectáreas, ahora infestadas de marabú introdujo el diálogo con Alcina Ruiz, criador, además, de unos 80 bovinos vacas y toros para ventas de leche y carne.
En la finca de ese productor, con 33,5 hectáreas en usufructo en su mayoría, tal como dijo, abundan las plantas proteicas para el alimento animal. Sin embargo, en los suelos arcillosos crece el caguaso y el espartillo, no aptos para garantizar un estable suministro de pastos naturales a las reses y el resto de los ovino-caprinos que asiste.
En medio de los inconvenientes provocados por la «invasión » de caguaso, como la mala hierba, y el marabú, Alcina Ruiz se queja de la poca salida industrial que tiene la leche de sus cabras, de la cual, dijo, tiene picos de acopio que sirven solo para alimentar a otros animales, principalmente cerdos. Eso parece un absurdo. Ni queso hace porque en la comunidad de San Pedro, casi toda al servicio de la ganadería bovina, las «ventas resultan mínimas », comentó.
Al sumarse al proyecto IRES, además del mejoramiento de los suelos, el combate del caguaso y del espartillo, Alcina Ruiz, luego de un diagnóstico, podrá establecer una pequeña «quesera », dar uso sistemático a la materia orgánica que aportan las excretas de los ovino-caprinos que cría, e incluso ampliar el mejoramiento racial de los bovinos a partir de la inseminación artificial y de sementales escogidos.
Todo llevará tiempo. Hacia ahí se encamina la meta del proyecto IRES, tal como lo enfoca, además, la Tarea Vida, una iniciativa estatal exigida para enfrentar el cambio climático y elevar la capacidad de producción en programas silvopastoriles y agroforestales en comunidades del noroeste villaclarareño.