Ariel Mallea: médico primero, internacionalista después
Entrevista a Abraham Ariel Mallea Cordero, médico internacionalista, doctor del policlínico Mario Muñoz Monroy, del poblado La Esperanza, en el municipio Ranchuelo.
En mayo de 1963 tuvo lugar la primera misión internacionalista cubana. Por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, 29 profesionales de la salud partieron de forma voluntaria a Argelia para paliar el éxodo de médicos que se producía en ese país. Dos años después, los colaboradores volvían satisfechos a su tierra.
Desde entonces, la Mayor de las Antillas comenzó a sembrar amor por los cuatro puntos cardinales del planeta a través de sus galenos. La brújula humana apuntaba con precisión hacia los más recónditos lugares, especialmente hacia ífrica y América Latina, las regiones más necesitadas de asistencia sanitaria.
De amor y de mucho altruismo conoce Abraham Ariel Mallea Cordero, doctor del policlínico Mario Muñoz Monroy, del poblado La Esperanza, en el municipio Ranchuelo. Lo sabe porque 27 años lo separan de aquel día en que le entregaron el título de Especialista en Medicina General Integral y porque lleva adheridas a su memoria cuatro misiones internacionalistas.
Sobre sus experiencias en Guatemala, Chile, Venezuela y Brasil nos comenta el doctor Mallea.
- ¿En qué país se sintió más a gusto?
En Guatemala, porque fue mi primera misión. Lo pasé bien a pesar de estar en las montañas, bastante alejado de la ciudad. Me sentía muy útil; mi trabajo repercutía en varios asuntos porque éramos dos médicos para 32 000 pacientes.
«Atendíamos comunidades indias, y la labor diaria era muy movida, íbamos un día a cada aldea. Nosotros trabajábamos para una ONG y a los dos cubanos nos tocó atender a toda esa población. Esta misión fue a raíz del paso del huracán Mitch por Centroamérica y el comienzo del Plan Integral de Salud ».
- ¿Qué le han aportado las misiones internacionalistas?
Mucha experiencia. Ha sido una prueba constante como médico. Fue difícil, tuvimos que lidiar con enfermedades que en Cuba ya se habían erradicado. Yo era más joven, tenía 24 años durante mi primera misión. Nos enfrentamos a accidentes, epidemias y múltiples enfermedades; pero fue la forma de reafirmar lo que habíamos aprendido.
-Misiones internacionalistas ¿motivaciones económicas o profesionales?
Para nadie resulta un secreto que una misión constituye una ayuda económica para tu estatus y el de tu familia; pero uno también posee el deseo de conocer algo nuevo y de probarse como médico.
«Lo que más te motiva es el desempeño como profesional. Allí eres tú solo, no tienes a quién llamar. A lo primero que nos enfrentamos nosotros fue a un parto en el que el niño venía de pie. En Cuba, esos partos los hace el especialista, allá lo tuvimos que hacer nosotros porque no había nadie más. Fue difícil, pero lo logramos ».
- ¿Existe algún inconveniente que deba ser cambiado para beneficio de los colaboradores?
Muchos, principalmente la confianza. Hay que confiar en los colaboradores, en el hombre. Existen todavía costumbres que dificultan el trabajo. Además, los jefes a veces controlan más de lo que tienen que controlar y a lo importante no le prestan atención. Yo fui colaborador por casi 10 años y nunca hice nada que no debiera. Menos control y más confianza.
- ¿El método de ejercer la Medicina en Cuba se parece al de los países que visitó?
Es totalmente diferente, sobre todo en la forma de tratar al paciente. En Cuba los tratamos como iguales. En esos países ven al médico de otra forma. Después se acostumbran y se dan cuenta de que no estamos por encima de ellos.
«En ocasiones, es el mismo sistema capitalista el que separa al médico del ser humano. La sistematicidad y el seguimiento que existen en Cuba no lo vi en ninguno de esos lugares. Allá el método se basa en resolver en consulta y nada más ».
Alguna historia que lo haya marcado…
Recuerdo una aldea que quedaba a ocho kilómetros del pueblo. Solo nos daba tiempo ir una vez al mes y teníamos que trasmitir la información a la ONG para la que trabajábamos. Cada vez que iba a la aldea los niños se escondían sin causa aparente. Con el tiempo descubrí que me tenían miedo porque yo soy muy grande y hablo muy alto. Mis compañeros de trabajo me decían Gulliver en el país de los enanos. Ellos pensaban que yo los estaba regañando. Sin embargo, después de conocerme, si yo me enfermaba y ponían a otro médico, ellos no se atendían.
«Recuerdo también una ocasión en que un médico guatemalteco que era político nos fue a buscar porque tenía una embarazada con falta de aire. Era una joven de 18 años con una insuficiencia cardiaca crónica. Nosotros la estudiamos y supimos identificar el padecimiento. Estábamos recién graduados de la especialidad, pero lo supimos hacer bien. Esta experiencia fue nueva, incluso para los médicos de ese país porque no acostumbran brindar atención a pacientes de comunidades pobres, donde las enfermedades son más agudas ».
¿Cuál es el principal reto de la Medicina cubana en los momentos actuales?
Hay mucha escasez de recursos y, a veces, provoca que los médicos caigan en la indolencia. Yo, por lo menos, no puedo acostumbrarme a que no haya porque no fue lo que yo estudié. Por eso es que gran parte de mi generación se siente frustrada.
«Yo estudié en pleno Período Especial. Pasé un año de Servicio Militar y comencé la carrera en el año 88. Para estudiar nos colábamos en los hospitales que tenían planta. Los custodios nos sacaban. La comida no era buena. Pasamos mucho trabajo. Pero teníamos un fin: nos interesaba la Medicina. Lo que pasa ahora es que muchos se están graduando, viendo la escasez como algo normal y sin querer caen en la indolencia. El médico que no siente por los pacientes tiene que dejar la profesión ».
Su mensaje para los que optan por la Medicina...
Primero, que les guste. Mis padres me pelearon cuando les dije que, entre tantas carreras, había elegido la de Medicina. Cuando yo estudié, las misiones prácticamente no existían.
«Poco a poco el gusto por la Medicina se convirtió en el gusto por la oportunidad de una misión, pero sin perder el amor por la profesión. A los que optan por esta carrera les recomiendo que se preparen, que estudien mucho. En este campo hay muchas cosas que no todo el mundo está dispuesto a ver y a hacer ».
Con casi 10 años de experiencia en misiones internacionalistas, uno de ellos en el Contingente Henry Reeve, el médico Abraham Ariel Mallea Cordero lamenta su padecimiento de diabetes que, entre otras prohibiciones, le impidió enfrentar la Covid-19 en Cuba y en otras partes del mundo.