Reynaldo González: «Soy un purista de las ideas »

El escritor y ensayista Reynaldo González Zamora, Premio Nacional de Literatura 2003, dialogó con Vanguardia.

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Francisnet Dí­az Rondón
Francisnet Dí­az Rondón
1600
01 Abril 2017
Reynaldo González. (Foto: Carolina Vilches Monzón)Conversar con el escritor y ensayista Reynaldo González Zamora, Premio Nacional de Literatura 2003, deviene una oportunidad imperdible. En sus opiniones el reconocido intelectual demuestra un profundo conocimiento de la sociedad cubana, sus problemáticas y causas de estas, las que expone sin medias tintas y sabiamente.

Luego de su exposición, junto a la escritora Cira Romero, coautores de la conferencia «Cecilia Valdés: la edición como revisión histórica », en que analizan la novela de Cirilo Villaverde que reeditarán con cientos de apuntes sobre su contexto histórico, social y cultural, el autor de Contradanzas y latigazos conversó con Vanguardia en el contexto de la Feria del Libro y la Literatura en Villa Clara.

¿Cómo observa el tratamiento del racismo en la literatura y dentro de la sociedad cubana, lo cual sigue siendo un tema tabú para muchas personas?

El racismo y los problemas de las razas han tenido una atención en los últimos tiempos realmente notable. Se pueden ver premios Casa de las Américas, de la Uneac, publicaciones constantes, revisiones de la obra de Don Fernando Ortiz, el surgimiento de nuevos ensayistas sobre el tema racial…

«Ha habido, sin dudas, un interés mayor que en otras ocasiones, por una razón: estamos viviendo en circunstancias difí­ciles, cuando hay dos monedas, problemas de escaseces, y que ya se han empezado a buscar cambios notables en la sociedad en la cual la población negra y mulata hereda una especie de desbalance cultural también. Porque ¿cómo se podí­a atender el espacio de la cultura si habí­a tanto déficit en la vida de las parejas, en las familias, no solo con problemas de solvencia económica sino con dificultades, dirí­a, tradicionales?

«De momento se aboca todo a la actualidad junto con la necesidad de cambios. Creo que por primera vez se trata el racismo de manera más directa, sin esbozo, sin tonterí­as. Se está trabajando en la literatura, ahí­ están los libros, que la gente los lea. Hay un movimiento literario, más bien dentro de la sociologí­a, la etnologí­a, desde el punto de vista de la creación de ficciones. Durante muchos años nuestros escritores negros han hablado de manera blanca, como las mujeres hablaban desde la visión del hombre, no de manera feminista. Eso ha cambiado.

Usted trata el tema en su libro Contradanzas y latigazos, tanto cultural como socialmente.

Ahí­ no solo hablo de la esclavitud, sino también de los problemas raciales, por eso el tí­tulo. O sea, la contradanza es el aspecto cultural, y el latigazo es la realidad, el modus vivendi de una enorme población negra que serí­a después el mambisado. Se sabe que la mayorí­a, extraordinariamente grande, de nuestros mambises fueron negros, pero no consiguieron su sueño.

«Fue abortada la República. A mí­ no me gusta ponerle nombres como república colonizada, u otro. Es igual que las demás de América Latina por un problema mayor: Estados Unidos. Nace con la espuela puesta encima y con un aparato ortopédico llamado Enmienda Platt que ha dañado la formación dentro de ella.

«Ahora es el momento. Tenemos la posibilidad porque no poseemos alianzas comprometedoras, somos solos en la bondad y en la maldad, y depende de nosotros. En eso también entra la población blanca, negra, mulata, que son los que he tratado en mis últimos ensayos y me interesa mucho.

Usted habló de las ideas racistas y anexionistas de Cirilo Villaverde. En ese sentido, existe la tendencia de juzgar a las figuras históricas de manera ideológica y no por el contexto que les tocó vivir, lo cual podrí­a hacer daño en la enseñanza de la Historia.

Efectivamente. Ha habido una extrapolación de una militancia polí­tica que tamiza la visión histórica. Debemos estar al tanto, porque no va a generar nuevos frutos, sino todo lo contrario. Hay ensayistas que están abordando las cosas de otro modo. Va a haber una lectura ecuánime y ahí­ tenemos que hablar de las relaciones con Estados Unidos que empieza mucho antes de las guerras de independencia.

«Ya Cuba producí­a para ellos (los norteamericanos), EE.UU. era uno de los grande compradores, además el único que podí­a enfrentarse a las fuerzas españolas. Nuestras salas de conciertos y de bailes estaban subdivididas a la manera americana. Recuerdo sociedades que hablaban de superación del negro, ¿y por qué no de superación del blanco? Porque, además, se sabe que el problema negro era un problema blanco, era el blanco el que creaba el problema. Estos análisis los he abordado en Contradanzas y latigazos sin ambages y sin antifaces.

Como miembro de la Academia Cubana de la Lengua, ¿cuál es su apreciación del tratamiento del lenguaje en nuestra sociedad, actualmente?

En todas las grandes urbes hay una deformación de la lengua nativa…

¿Cuando dice grandes urbes se refiere solo a la capital del paí­s…?

A todas las capitales. Nadie puede negar que Santiago de Cuba es una segunda capital, y que en Matanzas hay una población mezclada muy fuerte que es una herencia del pasado. ¿Por qué pronunciamos como lo hacemos? ¿Por qué yo tengo que engallarme cuando voy a España a hablar como los nativos de allá? Es ridí­culo. Nosotros hablamos como cubanos, comiéndonos las eses… No soy tan purista del idioma, soy más purista de las ideas que están detrás de ese idioma.

«Existe una subestimación propia, no te superas, no te impones al uso de la lengua. Hay gente con una cultura sólida que a la hora de hablar parecen caricaturas, cortan las ideas. Estamos pasando un mal momento de la expresión verbal, y hay que trabajar para ello.

¿Y usted como lo trabajarí­a?

 Como lo estoy haciendo: con mis libros.

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