
Eliminado el equipo de Villa Clara, no creo que exista alguien que, aparte de los peloteros y la afición avileña, deseara más la clasificación de los Tigres para la segunda ronda que el remediano Yeniet Pérez Romero.
Baluarte en las coronaciones de los felinos en las temporadas de 2014-2015 y 2015-2016, Roger Machado seguramente le tenía tirado el ojo de mantenerse su manada en el campeonato.
Pero los Tigres resultaron sorprendidos por los Cazadores de Artemisa. Se terminó el sueño de los avileños y la gran posibilidad del antesalista de la Octava Villa de continuar en una serie en la que había brillado, pues no fue solicitado por ninguno de los mentores de los seis elencos que disputan el cetro de la pelota cubana.
Mejor suerte tuvieron sus compañeros Yulexis La Rosa íguila, Alain Sánchez Machado y Yosver José Zulueta González, escogidos por el experimentado Carlos Martí para reforzar a los Alazanes de Granma; Norel González, quien alineó ayer como cuarto bate y jardinero derecho de los artemiseños; Javier Mirabal Espinosa, quien viste el traje matancero, y Freddy Asiel ílvarez Sáez, que luce la franela de los Industriales.
Solo los Leñadores de Las Tunas y Pinar del Río no tienen en sus filas peloteros villaclareños, los que más refuerzos aportaron junto a los avileños para la segunda vuelta.
Yeniet al menos que ocurra el milagro de que lo pidan para los play off cerrará su expediente con 321 de average, 7 tubeyes, 8 batazos de cuatro esquinas, 28 remolques, 557 de slugging y la séptima plaza en el casillero de carreras impulsadas para el empate o la victoria. Esto lo llevó a ganarse un espacio en la selección Orientales para el Juego de las Estrellas, en el que se coló en la final del derby de jonrones.
Otros jugadores con excelente rendimiento quedaron fuera: los mayabequenses Michael González y Alexander Pozo, el cienfueguero Juan Miguel Soriano, el camagí¼eyano Leonel Moa, los espirituanos Orlando Acebey y Yoen Socarrás, el holguinero Geydi Soler, el villaclareño Pablo Luis Guillén Díaz y el isleño Jordanys Acebal, con 280 de average, y a quien solo le estafaron ocho almohadillas en 31 intentos, en una posición como la receptoría, no tan sólida actualmente en nuestro béisbol.
¿Injusticia? Si nos atenemos a las normas establecidas, las cosas estaban claras: cada manager pidió los refuerzos que necesitaban para fortalecer los puntos débiles de su plantel. De ahí que se convocaran, en algunos casos, hombres sin notables rendimientos, pero que a juicio de los mentores resolverían sus problemas.
A Michel Enríquez, a quien la mayoría clamó por su presencia en el terreno desde el comienzo de la contienda, las autoridades beisboleras le negaban su inserción en el campeonato alegando que había firmado un contrato en el extranjero sin la aprobación de la Federación Cubana de Béisbol. Finalmente se le hizo justicia tardía, y 14 choques le bastaron para vestirse de veguero al mando de Pedro Luis Lazo.
En la pasada serie la afición pedía a gritos la inclusión de Leonardo Urgellés en la segunda etapa. Brilló en el Juego de las Estrellas, pero nadie lo llamó. Paradójicamente, ahora, sin jugar aquí debido a su contrato en la Liga Japonesa bateó 204, se convirtió de pirata en león para tripular la nave azul timoneada por Víctor Mesa.
Durante estas seis campañas en las cuales se ha puesto en práctica la experiencia de los refuerzos, hemos visto desde Yariel Duque quedarse fuera de los pedidos a pesar de ir al frente de los jonroneros, hasta el camagí¼eyano Dayron Varona vestirse de anaranjado, gracias a Ramón Moré, que en el último llamado de la versión de 2012-2013 salvó al agramontino, metido en ese instante en la disputa del liderato de los bateadores.
Vino otra innovación: refuerzos también para los play off, así un jugador puede conquistar el gallardete tras pasar por tres equipos, como le sucedió al lanzador Noelvis Entenza en la cita de 2016-2017. De león se convirtió en cachorro y más tarde en alazán, para en 11 partidos con ese elenco disfrutar el trofeo de campeón.
Menciono estos ejemplos porque en lo referente a los campeonatos nacionales esta no me parece todavía la mejor fórmula para intentar elevar la calidad de nuestro béisbol. (Más allá de lo justo e injusto y, aunque para Villa Clara fue una de las claves en la conquista de su quinto banderín hace cuatro años).
Para un buen número de peloteros destacados el certamen se acaba en 45 desafíos o 48 partidos si su equipo es eliminado en la máxima cantidad de juegos de comodines, mientras en el sexteto que prosigue en la pugna por el trono permanecen jugadores de menor nivel.
En otras palabras, para el torneo supremo que aspiramos con este diseño sobran y faltan hombres en las nóminas de los involucrados en la disputa de la corona.
Tal vez sea más factible una serie nacional en la cual surja el campeón de la pelota cubana con lo que dispone cada provincia. Porque como están las cosas, usted revisa al final las alineaciones de los que acceden a los play off, y en muchos casos poco tienen que ver con las formaciones regulares que arrancan en la temporada, motivado por la metamorfosis que reciben los equipos por los refuerzos.
Pudiera pensarse en un campeonato con un calendario más corto que los 90 desafíos que se programan ahora, sumadas las dos rondas de la clasificatoria. Incluso esta reducción daría la posibilidad de que la temporada no tenga que comenzar en el mes de agosto y no alteraría la fecha de culminación que sería similar a la de las últimas dos contiendas, para que el monarca intervenga en la Serie del Caribe.
Luego, al término de ese evento, apostaría por una justa élite, con la participación de seis equipos, integrados por los mejores peloteros del país. De esta forma evitaríamos exclusiones como las que han ocurrido y sería una buena variante para contribuir a elevar el nivel actual de nuestra pelota.