Freddy Asiel logró su primer juego ganado en la victoria del pasado martes 4 carreras por 1 ante Cienfuegos. (Foto: Archivo).)
Por: Andy Rodríguez Sánchez
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07 Septiembre 2018
07 Septiembre 2018
hace 6 años
En la primera mitad de la fase clasificatoria de la LVIII Serie Nacional de Béisbol, la selección de Villa Clara ha demostrado una de las sentencias más utilizadas en el juego: el pitcheo aporta más del 70 % de posibilidades de victoria en un equipo.
Con la barrida a Cienfuegos, los dirigidos por Eduardo Paret llegaron a la cima de la tabla de posiciones con 13 victorias y 6 derrotas. El balance resulta favorable, a pesar de la baja productividad ofensiva que los ubica penúltimos en average (AVE) colectivo, con 248*. Solo el excelente comportamiento de sus lanzadores, quienes ocupan el primer lugar en promedio de carreras limpias (PCL), con 2.60, ha permitido obtener dividendos positivos en esta campaña.
El pitcheo abridor mantiene una alta efectividad, que se traduce en un AVE de los rivales de solo 222. Destacan las actuaciones por debajo de 3 carreras limpias de Yosbel Zulueta, Pablo Luis Guillén y Freddy Asiel ílvarez, quien ganó contra Cienfuegos su primer juego de la temporada.
El relevo también ha silenciado a los bateadores contrarios, al permitir 210 de AVE y salvar ocho juegos, de nueve posibles. Sin embargo, el buen trabajo del bullpen no ha tenido la posibilidad de acoplarse a la ofensiva para convertir en victorias los juegos que llegan con margen negativo al último tercio de los partidos.
En este tipo de situación, el uso de emergentes no ha dado resultados. Cuando la dirección ha buscado en la banca solucionar la merma ofensiva, la producción ha sido escasa. Un AVE de 158 y solo dos carreras impulsadas (de Ivailo Leiva).
Incluso, el promedio de pelotas puestas en juego (BABIP), estadística que mide el average sin contar los ponches o jonrones, ha sido anémico en los emergentes: solo 182. Esto se traduce en que si los bateadores no hacen contacto con la bola (no la ponen en juego), tienen pocas posibilidades de hacer efectiva su vez al bate y, por lo tanto, se torna muy difícil revertir los marcadores adversos.
En general, la ofensiva villaclareña ha aportado poco y no es cuestión de suerte. De los bates anaranjados han salido disparadas solo 88 líneas, el tipo de conexión que con mayor facilidad se convierte en hit. Al ser el segundo peor equipo de la serie en este sentido, no es complicado entender que también sea de los últimos en hits y en AVE.
Estos resultados se encuentran relacionados con la ínfima producción de la tanda baja del conjunto, pues los bateadores que ocupan las primeras posiciones del line-up han respondido en su mayoría. Entre ellos destaca la labor de Leandro Turiño como primer bate.
Aun cuando mantiene alta su tasa de ponches, su porcentaje de embasado (OBP) resulta grandioso: 457. Es decir, con la suma de sus imparables y bases por bola recibidas ha llegado safe a primera base en 20 ocasiones. Y lo más importante para un primer bate: de estas oportunidades aprovechó 13 para anotar.
Por otro lado, Norel González se ha consolidado como el mejor bateador del equipo. Con su swing logra un número importante de conexiones sólidas que se convierten en hits. De esta forma, Norel batea para 406 de AVE, tiene un OBP de 506 y un slugging de 551.
Además, ha ganado en disciplina al bate, al recibir 14 boletos, solo uno por debajo de la cantidad obtenida por el ranchuelero en toda la etapa clasificatoria de la temporada anterior. Sus comparecencias de calidad en home combinan con las buenas temporadas de hombres como Yurién Vizcaíno e Ivailo Leiva (ambos con AVE superiores a los 300).
Sin embargo, la tanda baja ha sido ineficaz. Jugadores como Yulexis La Rosa y Andy Sarduy cuentan con averages muy pobres y promedios de embasado de 158 y 224, que inquietan bien poco al rival. Cambios en la alineación como el de Miranda por el mencionado La Rosa han dado resultado en los últimos partidos, y pueden convertirse en soluciones que den vida a los turnos del seis al nueve en Villa Clara.
Las jugadas de robo de bases han incidido de forma negativa en la productividad de los azucareros. En 25 intentos solo llegaron a la siguiente almohadilla 13 corredores. Este resultado dista mucho del promedio a partir del cual el robo resulta positivo para un equipo de béisbol: 75 %.
Solo el excelente trabajo de los lanzadores ha transformado en victoria las pocas carreras producidas por el equipo (152). Los serpentineros anaranjados han mantenido, por lo general, ecuanimidad en el box, dominio de la zona de strike y buena combinación de lanzamientos. Así, el trabajo monticular ha obligado a los oponentes a conectar de rolling para out en 220 ocasiones.
Los del «Villa Clara » admiten menos libertades que todos sus oponentes, pues solo le conectan algo más de 7 hits por partido. Además, si agregamos a esto las 77 bases por bola otorgadas, tendremos un extraordinario promedio colectivo de hits y bases permitidas por inning (WHIP) de 1.19. Casi dos décimas por encima del segundo lugar en el departamento.
En muchas ocasiones, los estudiosos destacan que detrás del promedio de carreras limpias hay factores que superan la figura del lanzador, como la suerte, la defensa o las características del estadio de pelota donde se juegue. Quizá sucedió así en alguno de los 19 partidos disputados por los villaclareños.
Sin embargo, tanto las estadísticas manejadas aquí, capaces de complementar el PCL, como la cantidad de victorias, a pesar de una ofensiva diezmada, obligan a pensar que estamos en presencia de uno de los staff más completos de la pelota cubana actual. Lo que queda de torneo rebatirá o confirmará esta hipótesis.
* Las estadísticas son tomadas del sitio www.beisbolcubano.cu