Este domingo habrá un nuevo campeón mundial en el baloncesto masculino. No solo porque la reformada Copa del Mundo de la Federación Internacional de Baloncesto (Fiba) llegue a su fin, sino porque el titular de las dos últimas ediciones y número uno del ranking global Estados Unidos no pudo terminar siquiera entre los primeros 5 puestos en China. Será una final inédita para la competencia, donde ambos protagonistas intentarán conseguir su segunda copa mundial.
Para España este título significaría una transición perfecta entre su generación dorada la cual consiguió el Mundial de 2006 y dos platas olímpicas guiada por Pau Gasol y Juan Carlos Navarro y el núcleo del equipo con que han viajado a China, conformado por Ricky Rubio, Sergio Llull y los hermanos Hernangómez. Por su parte, para Argentina representaría un regreso a la élite del baloncesto mundial, de la cual salieron hace algún tiempo con el retiro de Manu Ginóbili, Fabricio Oberto y el resto del grupo que consiguió el oro olímpico en Atenas 2004.

Precisamente, llegan a la final guiados por el último representante de aquel plantel, el ala-pívot Luis Scola, quien a sus 39 años ha tenido una actuación excepcional en este Mundial, con promedios de 19.3 pts, 8.1 reb y 1.7 asist. Scola ha recibido el apoyo del base del Real Madrid, Facundo Campazzo (13. 6 pts, 4.6 reb y 7.7 asist) y del resto del joven grupo que pretende revitalizar los éxitos de esta potencia mundial del basquetbol. Han sido la revelación de un torneo que llegó marcado por la errónea conjetura de que la ausencia de las estrellas norteamericanas oscurecería por completo la cita y ha demostrado que hay mundo más allá de la NBA.
Ha sido una competición de contrastes y de un aprendizaje constante acerca de la nueva estructura (32 equipos en 8 grupos). En primer lugar, resulta bastante revelador que 2 de los 3 equipos que mejor defendieron en la fase de grupos estén en la final y solo 2 de los mejores 5 en ataque hayan alcanzado la etapa de semifinales (Francia y Australia), de acuerdo con la estadística del analista John Schuhmann. Esta vez fueron los sistemas más versátiles y no aquellos con mayor poder de ataque los que lograron llegar más lejos en el torneo.
La capacidad de una rápida adaptación a diferentes escenarios ha demostrado ser el arma principal de los mejores equipos del baloncesto moderno y, por consiguiente, la ausencia de la misma se ha traducido en importantes derrotas. El triunfo de los Toronto Raptors en la NBA (ejecutando diferentes defensivas a lo largo de los playoffs) así lo anunció en junio y el Mundial se ha encargado de confirmarlo. Ni Argentina (11) ni España (13) terminaron la fase de grupos entre los mejores 10 ataques, sin embargo, su gran trabajo en el otro costado de la cancha les aseguró la 4ta y la 6ta mejores eficiencias netas (diferencial de puntos por cada 100 posesiones) de la clasificatoria.
Los últimos dos partidos de los suramericanos son un buen ejemplo de ello. Llegaron a los cuartos de final en clara posición desfavorable frente a Serbia, uno de los favoritos a discutir el título antes de que comenzara el Mundial, posición que reafirmaron luego de la derrota de Estados Unidos. Necesitaban disminuir en lo posible el gran ataque de los europeos el mejor hasta ese entonces en el torneo y atacar ellos con la mayor eficiencia posible. Y lo lograron: les vencieron en ofensiva (eficiencia de 125 frente a un 117 de Serbia y dos cuartos de 29 puntos anotados) y redujeron a un 28% su efectividad desde el triple. Scola y Campazzo anotaron 20 y 18 puntos, respectivamente, y el base completó un doble-doble con 12 asistencias, para completar una gran victoria 97-87.
Frente a Francia, verdugo de Estados Unidos y otro gran favorito, se concentraron en defender bien. Redujeron a los galos a una penosa eficiencia ofensiva de 85.7, sin dejarles alcanzar los 20 puntos en ninguno de los cuatro parciales de un partido que ganaron 80-66. El pívot Rudy Gobert, quien fuera la clave del éxito frente a los norteamericanos, no se encontró jamás entre las defensas de ayuda de los argentinos y terminó con números escuálidos: 3 puntos, 11 rebotes (solo 1 ofensivo), 1 robo y 1 bloqueo. De manera general, Francia lanzó para un 39% de campo, encestando solo el 23% de sus triples (7/31) y prácticamente la mitad de sus tiros libres (52%).
La actuación de España también aporta otro tanto a esta noción de que la versatilidad ha rendido los mejores dividendos en este Mundial. Si se piensa bien, no podía esperarse menos de un equipo cuyo entrenador principal (Sergio Scariolo) y su mejor jugador (Marc Gasol) forman parte del grupo que levantó el trofeo Larry O ´Brien en la NBA esta temporada. Sin embargo, la mayor virtud de la selección española en esta competencia ha sido la capacidad de mantenerse fieles a su plan de juego y sobre todo en los últimos partidos haber podido contar con uno de los grupos con mayor experiencia competitiva.

Entre las 32 naciones que disputaron la fase de grupos, España terminó en el puesto número 30 en ritmo (estadística que mide la cantidad de posesiones por cada 40 minutos), con unas 72.1 posesiones, según John Schuhmann. Las ideas de Scariolo han sido interpretadas sin problemas por Ricky Rubio y Sergio Llull, quienes han demostrado toda su calidad y experiencia como bases organizadores de primer nivel, al hacer jugar a España como España quiere.
En cuartos, frente a una rebelde Polonia, “la roja†consiguió 90 puntos en solo 72 posesiones (su media en el torneo), para una eficiencia de 124 que desestabilizó los intentos de los polacos por tomar las riendas del partido. Todos los jugadores de la plantilla saltaron a la cancha, 5 de ellos alcanzaron dobles dígitos en anotación y los ibéricos vencieron 90-78.
Para la semifinal frente a Australia, aunque el partido se fue a doble tiempo extra, tuvieron unas 89 posesiones y fue necesaria la veteranía de sus mejores hombres y hasta la suerte para salir de las fauces de un equipo australiano con calibre NBA. Marc Gasol anotó 29 puntos en la segunda parte del partido, destacando 4 tiros libres en los momentos decisivos, justo cuando a otro NBA como Patty Mills le faltó temple para rematar a los españoles. Los europeos se recuperaron de una desventaja de doble dígito, apoyados en Gasol (finalizó con 33 unidades), Llull (17 y 4 triples) y Rubio (19 pts, 7 reb y 12 asist). Los titulares estuvieron sobre la cancha un promedio de 34 minutos en total y, gracias a ellos. España terminó venciendo 95-88 para clasificarse a una final que, sinceramente, muy pocos esperaban.
«Hay jugadores que saben jugar en estas situaciones y al final emergen. La experiencia y la personalidad son un valor. El valor de lo vivido », resumió Scariolo el partido para el diario El País.
Por supuesto que la estructura de esta Copa también entra en la discusión acerca de cuál será el desenlace de la misma: quizás Estados Unidos estaría en la final de no haber chocado con Francia o España hubiese caído frente a Australia de haber tenido un pareo más complicado en cuartos. Pero esta idea solo nos conduce al mismo camino: ante la posibilidad de no poder escoger el rival que mejor se ajuste a sus carencias y virtudes, los equipos deberán intentar ser cada vez más completos y versátiles. Una gran victoria esta para el baloncesto en el planeta.
La final de la Copa del Mundo de la Fiba 2019 pactada para este domingo enfrentará entonces a dos equipos que han combatido sus debilidades con la capacidad de ser unos hoy y otros mañana. Ambos, casualmente, buscarán su segundo título mundial, por lo que el espectáculo está asegurado. La improbable Argentina de Scola y Campazzo ha destrozado los pronósticos varias veces esta semana. Una sorpresa más no parece imposible, pues no es secreto que España con su astucia y experiencia parte como favorita.
El caso del “Dream Teamâ€
Por primera vez desde 2002 el equipo de Estados Unidos quedó fuera del podio en Campeonatos del Mundo. El hecho, además de ser una noticia divulgada por todo el mundo y discutida incluso fuera del ámbito del baloncesto, resulta propicio para algunos malentendidos.
Aunque la calidad de sus integrantes y cuerpo de dirección, así como su historial competitivo, sugirieran lo contrario, el equipo dirigido por el legendario Greg Popovich no llegó a este evento como claro favorito. Por si la derrota frente a Australia (98-94) en un partido de exhibición antes del Mundial no fuese suficiente, estuvieron a punto de perder con Turquía (93-92) en la fase de grupos, salvados por cuatro tiros libres errados por sus rivales.
Aun así, esta versión disminuida del “Dream Team†se las arregló para terminar invictos en la clasificación, incluyendo una contundente victoria sobre la Grecia de Giannis Antetokounmpo, el flamante Jugador Más Valioso de la NBA en 2019. Este último resultado, así como el resto de sus victorias en el Mundial, llegaron de la mano de la excelente defensa de cambio y ayuda orquestada por Popovich y sus asistentes, Steve Kerr y Lloyd Pierce.
Las métricas de Schuhmann muestran que, mientras terminaban novenos en eficiencia ofensiva durante la clasificación, su defensa (84.4 de eficiencia) fue casi 3 puntos mejor que la del segundo puesto, Argentina. El primer mérito que debe señalársele a este equipo es haber conseguido semejante desempeño con solo unas semanas de preparación, a causa del apretado calendario de la NBA. Luego, el haber batallado constantemente contra la injusta idea de que no eran ellos quienes debían estar sobre la cancha defendiendo los colores de su país, sino otros con mayores prestigios y salarios.
Su derrota contra Francia en cuartos es menos el resultado de un descenso en la calidad de su plantilla, que la precisión con que son analizadas las fortalezas y debilidades de cualquier equipo en el baloncesto moderno. Los galos fueron a atacar el principal (y reconocido) agujero de Estados Unidos la defensa interior con la que, casualmente, es su mejor arma: Rudy Gobert. El pívot completó un partidazo de 21 puntos, 16 rebotes (7 ofensivos), 2 asistencias y 3 bloqueos. Incluso, anotó 9 de sus 10 intentos de tiro libre, cuando su porcentaje de libres en la NBA es del 63%.
El dos veces elegido Mejor Jugador Defensivo de la NBA fue el eje de su equipo en todo momento: con él en cancha los franceses anotaron 84 puntos en 64 posesiones (eficiencia de 1.34 puntos por posesión), según NBA.com. Ni los 10 minutos que Myles Turner estuvo en cancha, ni los casi 5 de Brook Lopez ofrecieron resistencia legítima para el centro francés. Asimismo, sus pantallas y sus movimientos sin balón sirvieron para que Evan Fournier anotase 22 puntos, Nando De Colo otros 18 y Frank Ntilikina unas 11 unidades.
Popovich intentó contrarrestar los daños con una alineación baja (sin pívot) que habían preparado sin mucho ensayo antes de la competencia y en el transcurso de la misma. Pero Gobert y sus compañeros realizaron el ajuste y mantuvieron al gigante lejos de las faltas personales. Incluso, puso dos tapas decisivas a los bases norteamericanos en el cierre del partido.
Cansados, con el orgullo herido y sus debilidades expuestas, jugaron al día siguiente un partido para definir lugares del 5to al 8vo frente a Serbia, otro equipo liderado por un habilidoso pívot, Nikola Jokic. Luego de un pésimo comienzo (32-7), en el que las piernas cansadas de los norteamericanos no llegaron nunca a tiempo frene a los tripleros de Serbia, lograron volver al partido y tomar ventaja de 3 en el último cuarto.
Pero otra vez Serbia volvió a ejecutar con precisión en ofensiva, liderados por un Jokic que demostró todo su repertorio (9 puntos, 3 rebotes y 7 asistencias) y el jugador de NBA, Bogdan Bogdanovic (28 pts, 4 reb y 6 asist). A falta de 20 segundos y a punto de conseguir una gran remontada, Jokic borró las esperanzas de los norteños con dos tiros libres.
«Creo que es bastante irrespetuoso debatir ahora un tema así, sobre sí tenemos a tal jugador o no », dijo Popovich a la prensa al término del partido, interrumpiendo una pregunta formulada al base Donovan Mitchell acerca de las ausencias de las estrellas más notables de la NBA. «Es irrespetuoso para Francia o para cualquier otro equipo del torneo. Francia nos ganó, no importa quién está en el equipo. Y yo no podría estar más orgulloso de estos 12 jugadores que sacrificaron su verano para estar aquí », sentenció quien es para muchos el mejor entrenador de la historia de la NBA.
Si bien es cierto que con jugadores como LeBron James, Anthony Davis, James Harden o Stephen Curry el resultado de Estados Unidos hubiese sido otro, no se puede ignorar el mérito que tienen los equipos que le derrotaron. El resto de los planteles llegaron a esta cita con mucho más tiempo de preparación y juego como grupo que ellos y supieron encontrar las debilidades que Popovich y sus asistentes se encargaron de esconder, al punto de que en algún momento pareció que el peligro había desaparecido.
Lo que sí ha desaparecido para siempre son los tiempos en que cualquier equipo de Estados Unidos dominaba los torneos internacionales de baloncesto masculino. Esta Copa del Mundo ha sido una lección histórica para ellos, una que cada cierto tiempo reciben y que marca el final de un ciclo y el inicio de otro. A menos de un año de los Juegos Olímpicos de Tokio, el basquetbol mundial reafirma el gran estado en que se encuentra. Uno en el que el gran favorito debe emplearse al máximo para ganar y triunfan los equipos que defienden con mayor énfasis los principios del juego.