En la pista XX Aniversario, de Santa Clara, se cumplió con la principal meta del motocross en Villa Clara: desarrollar un evento de calidad en todos los órdenes, y las emociones y la satisfacción del público fueron el premio mayor.
Se compitió en las seis categorías programadas, desde la más pequeñita nada menos que en la de cinco a diez años, en unas motos que parecían de juguete, pero con unos pilotos gigantes por su destreza y valor personal, sin miedo a las caídas ni al susto de sus familiares y del numeroso público que se deleitó con el espectáculo hasta la de mayores de 16 abriles.

Hubo representantes de siete provincias y Villa Clara, al cierre de esta competencia, luchaba por uno de los puestos de vanguardia.
La novedad de este evento como bien destacaron los narradores en vivo fue una preciosa niña de 12 años, rubia, de inquietos ojos azules, que compite por Pinar del Río, y lo hace contra todos los jóvenes del sexo opuesto, pues es la única en Cuba que incursiona en este emocionante y riesgoso deporte.

Biagna Xiomara Rodríguez Robaina entrena desde los diez años en esta disciplina. Está en séptimo grado, dice que no siente nada de miedo al montar en la moto aunque sí le asustan mucho las entrevistas, las fotos y las cámaras de la televisión y que su madre tiene su miedito, pero bueno…
Cuando le pregunto por qué este deporte y no otro, la respuesta es tan rauda como la velocidad que despliega en las pistas: «Debe ser por mi familia, mi papá estuvo 11 años en el equipo nacional, se llama Alexei, fue multicampeón, y mi abuelo paterno, Félix, también era atleta de motocross, entonces figúrese… ».
En la escuela todo marcha bien. En los entrenamientos técnicos de su padre y de Eugenio Cabrera se basan sus buenos resultados, y cuenta que su hermanita de seis añitos empezó con una motorcita, pero tras una caída no ha querido seguir.
Dice que no tiene novio, pero se pone coloradita, le brillan los ojos, se ríe y sacude su larga cabellera de rayitos naturales de sol.
Hasta ahora piensa seguir indefinidamente sobre las ruidosas motos. Es el deporte que prefiere, y tal vez algún día aparezca una rival para que no sea la única fémina que disfrute de las ásperas y polvorientas pistas del motocross nacional, y quién sabe, quién sabe…


