La historia hizo coincidir en abril de 1961 dos grandes momentos, mientras en las arenas de Playa Girón el pueblo uniformado le asestaba al imperialismo yanqui su primera derrota en América, nuestro equipo de béisbol, en Costa Rica, le proporcionaba al deporte revolucionario su primer título mundial.
En San José, sede de la XV versión de las citas del orbe, entre el 7 y 21 de abril de 1961, hace 59 años, los peloteros criollos tuvieron que enfrentar situaciones muy adversas.
Cuando el día 13 un incendio provocado por agentes de la CIA a la tienda El Encanto le cuesta la vida a la compañera Fe del Valle, nuestros jugadores en su tercera presentación superaron de forma contundente (25 a 0) a Guatemala, equipo que previo al partido había recibido un cable del general Idígoras Fuentes en el que les pedía: «Aplasten a esos cubanos ».
Uno de los integrantes de aquel conjunto criollo, José Miguel Pineda, en entrevista concedida a Juventud Rebelde, el 19 de abril de 1985, recordó que «al conocer del bombardeo a la capital, el 15, todos comunicamos nuestra disposición de regresar a Cuba y cambiar bates y pelotas por fusiles y granadas, pero se nos orientó que por el momento aquella era nuestra línea de fuego, que allí debíamos continuar y vencer ».
Así lo hicieron. Ese día, en el comienzo de la etapa final, nuestros representantes, con Alfredo Street en la lomita doblegaron a Panamá, 12 a 3. En la siguiente jornada se apuntaron su segunda sonrisa a costa de Guatemala, 13 a 2.
Y mientras los medios de difusión masiva daban a conocer falsos rumores de que «el gobierno de Castro había caído », que Fidel y Raúl estaban muertos, los cubanos, sin hacer caso a las mentiras, continuaron el camino hacia la coronación
El 19 de abril, cuando se informaba el comunicado No.4 firmado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el que se señalaba que las fuerzas del Ejército Rebelde y las Milicias Nacionales Revolucionarias habían tomado por asalto las últimas posiciones que las fuerzas mercenarias invasoras habían ocupado en el territorio nacional, la novena criolla prácticamente aseguraba el título al romperle el invicto a México, 13-1.
El torneo
Diez países se dieron cita en la capital tica para intervenir en el campeonato. Se formaron dos grupos de cinco conjuntos cada uno, de los cuales avanzaban tres a la siguiente ronda, en la que los seis mejores elencos del certamen disputaron la corona.
Cuba pasó invicta a la siguiente fase, tras blanquear a las novenas de Antillas Holandesas, Nicaragua y Guatemala, en tanto le toleraba una anotación a México.
Junto a los nuestros (4 y 0) avanzaron por el grupo «B » los aztecas (3-1) y guatemaltecos (1-3), en tanto por la llave «A » obtuvieron el boleto Panamá (4-0), Venezuela (3-1) y Costa Rica (2-2).
En la ronda decisiva Cuba aventajó a sus cinco oponentes para conquistar el título mundial, el primero de un equipo de casa después del enero victorioso de 1959.
Nuestra selección, única que promedió sobre trescientos en el bateo (355), lideró también los casilleros de pitcheo (1.11) y defensa (974). En total anotaron 129 carreras en nueve juegos y permitieron 12.
Mario González terminó en la cúspide de los bateadores con 500 (32-16) de average, mientras que Jorge Trigoura concluía en el tercer puesto con 478, seguido de Pedro Chávez (459), quien finalizó al frente de los empujadores (19) y compartió la cima en hits conectados (17) con su compañero de equipo José Fernández. Este último resultó también el puntero en anotadas (20) y bases robadas (5).
Uno de los más jóvenes integrantes del elenco criollo, José Miguel Pineda, se convirtió a los 18 años en uno de los grandes protagonistas en la conquista del primer cetro mundial del deporte revolucionario.
Pineda, fallecido en 2008, doblegó a Nicaragua (16-0) y a México (13-1) y con 0.50 resultó el líder en promedio de carreras limpias, al permitir una sola anotación en 18 entradas de actuación. Ponchó a 27 bateadores y solo otorgó una base por bolas.
En San José el destacado lanzador zurdo y otros tres jugadores aceptaron ofertas para firmar como profesionales. Los cuatro retornaron a la Patria y luego fueron autorizados a viajar para cumplir su contrato en los Estados Unidos, incluso Dagoberto Bert Campaneris Blanco y Rigoberto Tito Fuentes hicieron carrera en las llamadas Grandes Ligas; sin embargo, Pineda decidió quedarse aquí en su tierra, consciente de que no podría jugar más pelota en Cuba, donde a partir de 1962 comenzaron a realizarse las series nacionales de béisbol aficionado, en las cuales alcanzó reconocido prestigio durante los 25 años en que actuó como director de equipos.
Triunfador en dos Copas Intercontinentales (1983 y 1985), en los Juegos Panamericanos de Caracas-83, en dos temporadas nacionales (1977-1978 y 1980-1981) e igual número de selectivas (1979 y 1980), su debut como piloto en el certamen de 1967-1968 al frente de Industriales le deparó la gran alegría de poder dirigir a varios de los que fueron sus compañeros en Costa Rica: Ricardo Lazo, Mario González, Alfredo Street, Jorge Trigoura y Urbano González.