El gran campeón

Se cumplen este jueves 11 de junio, ocho años del fallecimiento de Teófilo Stevenson, el mejor boxeador aficionado cubano de todos los tiempos.

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Teófilo Stevenson
Stevenson, el mejor boxeador aficionado cubano de todos los tiempos. (Foto: Tomada de Internet)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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12 Junio 2020

Así­ lo denominó el desaparecido narrador y comentarista de la televisión cubana, Rolando Crespo, y le sobraban razones, porque Teófilo Stevenson Lawrence ha sido el púgil aficionado más grande que ha tenido nuestro paí­s.  Y  este jueves 11 de junio  se cumplen ocho años de su partida fí­sica, a los 60 años.

Aunque se coronó en el Campeonato Centroamericano de 1970 y alcanzó el metal de bronce en los Juegos Panamericanos de 1971, al sucumbir frente al estadounidense Duanne Bobick, la leyenda del  Gigante de Las Tunas comenzó realmente en los Juegos Olí­mpicos de Munich de 1972, donde nadie terminó de pie ante su derecha de hierro. Aquí­ se desquitó del revés de Bobick –la Esperanza Blanca en la cita continental de Cali y le ganó por RSC en el segundo, en un pleito cuyas fotos han recorrido el mundo.

El rumano Ion Alexe prefirió no presentarse frente a aquel joven de 20 años. Cuatro años más tarde, en la Olimpiada de Montreal, sus oponentes tampoco pudieron finalizar de pie; entre ellos, el norteamericano John Tate, quien perdió por nocao en el asalto inicial.

Y en Moscú 1980 dos adversarios resistieron y concluyeron de pie: el polaco Skazecz y Piotr Zaez, en la pelea que le permitió obtener su tercer tí­tulo en citas estivales, para igualar la proeza del húngaro Lazlo Papp, triunfador en 1948, 1952 y 1956. Éxitos que posteriormente igualó el guantanamero Félix Savón en 1992, 1996 y 2000.

Si no se adjudicó una cuarta medalla de oro en eventos de este tipo fue porque Cuba se ausentó de Los íngeles, en 1984. Pienso que posiblemente los mejores exponentes superpesados del mundo se reunieron en La Habana en los Juegos de la Amistad. Por ejemplo,  el entonces soviético Valeri Abadshjan, quien no pudo contra Stevenson; en cambio Tyrell Biggs, que resultó campeón en Los íngeles, habí­a cedido frente a Pirolo, como también llamaban a Stevenson, en un tope bilateral entre las escuadras de Cuba y Estados Unidos.

Claro, algo similar puede decirse de Savón, que de haber asistido a Seúl es muy posible que hubiera concluido su carrera con cuatro cetros.

Teófilo y Adolfo Horta fueron los dos primeros boxeadores en colgarse tres medallas doradas en el cuello en justas del planeta. Esto sucedió en Reno 1986, al superar al norteamericano Alex Garcí­a. Con anterioridad habí­a escalado hacia lo más alto del podio en La Habana 1974 y Belgrado 1978.

Resultó monarca en los Juegos Panamericanos de 1975 y 1979, y en los Juegos Centroamericanos de 1974 y 1982. Es decir, «Teo » alcanzó las preseas doradas en los principales torneos boxí­sticos más importantes de su tiempo.

Esto hizo que se especulara sobre un posible enfrentamiento entre Stevenson y Cassius Clay o Muhammad Alí­ a finales de la década del 70, que en definitiva no logró efectuarse. Pero después fueron amigos, e incluso Alí­ visitó dos veces el paí­s. Al conocer el deceso de Stevenson expresó:

«Aunque nunca peleó profesionalmente, haber ganado tres medallas de oro en tres Juegos Olí­mpicos diferentes garantiza que él habrí­a sido un enemigo formidable para cualquier otro campeón de peso pesado reinante o cualquier retador en su mejor momento ». «Stevenson fue uno de los grandes de este mundo y, a la vez, un hombre cálido y abrazable. Mis condolencias para su familia y amigos. Que descanse en paz ».

Todaví­a se recuerdan sus peleas contra el desaparecido pinareño íngel Milián, especialmente la del cartel de febrero de 1975, en saludo al aniversario del Inder.

Stevenson sucumbió dos veces contra el checo Peter Sommer, el alemán Ulli Kaden e Igor Visotski (antigua URSS), a los dos primeros pudo derrotarlos, pero contra el último colgó los guantes con una espinita clavada, porque no pudo superarlo.

Casi siempre se habla de los puños de hierro de Pirolo, pero muchas veces pasamos por alto su gran caballerosidad. Durante el certamen Giraldo Córdova Cardí­n que se desarrolló en Santa Clara, en 1987, ya retirado Stevenson, le pregunté a uno de nuestros mejores pugilistas de su división por qué no arriesgó más contra Teófilo, y el boxeador cuyo nombre me reservo me contestó: «Es que Stevenson sobrellevaba a los púgiles cubanos, salvo, claro está, los que les presentaban combate sobre el ring ».

Si hay un deportista que puede afirmar que fue amigo del lí­der de la Revolución cubana, Fidel Castro, ese fue Teófilo Stevenson. Y al enterarse de la muerte del gran campeón, el Comandante en Jefe reflexionó:

«Se nos ha ido  Stevenson. Después de las cuatro de la tarde de ayer llegó la noticia. Ningún otro boxeador amateur brilló tanto en la historia de ese deporte. Podrí­a haber obtenido dos tí­tulos olí­mpicos adicionales, si no hubiese sido por deberes que los principios internacionalistas impusieron a la Revolución. Ningún dinero del mundo habrí­a sobornado a Stevenson.

« ¡Gloria eterna a su memoria! ».

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