De todos aquellos que se han atrevido a hacer la traducción de un gol en palabras siempre preferiré a Galeano. Galeano se enamoró tanto de la historia de esos 11 hombres batidos a fuego de balón, armados de patadas y escudos que hoy se desdoblan con la misma facilidad que un billete. Galeano sí sabía de fútbol. Galeano predijo «un buen día la diosa del viento besa el pie del hombre, el maltratado, el despreciado pie, y de ese beso nace el ídolo del fútbol. Nace en cuna de paja y choza de lata y viene al mundo abrazado a una pelota ».
Es increíble cómo la historia del fútbol se narra a sí misma sobre los pasos de hombres que hoy son hombres y mañana son una oración en un libro que escribió Galeano (no importa los años). Es tiempo de hablar de ídolos, de dos cuerdas que se estiran y se tensan en gigantesca patada a la literatura y al fútbol.
Como en ring de boxeo, a un lado Ansu Fati, hoy el goleador más joven de la historia de España; y del otro, Cristiano Ronaldo, amo y señor del gol. Cuando las ligas habían puesto el punto final, cuando Lewandowski se había llevado la Champions a casa, específicamente a su cama, cuando el mundo del futbol se encontraba en uno de sus momentos más lineales y aburridos, estos dos astros del fútbol le han dado una patada irrevocable a las letras de Galeano.
En la misma semana ambos jugadores han marcado goles importantísimos con sus selecciones nacionales. Ansu se convirtió en el jugador más joven en anotar con la selección española y Cristiano llegó a 100 goles con la selección de Portugal.
Los números del prospecto español de 17 años son increíbles, parece que es cosa del Barí§a lo de regalar al mundo maravillas de tal nivel. Pero, aunque Fati ha sido comparado por muchos con la estrella del club azulgrana, Lionel Messi, resulta imposible acabar esta oración sin decir que «a su edad, es mejor que Messi », como declararon José Luis Pérez Mena y Jordi Figueroa, los hombres que descubrieron a Fati.
El joven español marcó en el partido contra Ucrania con tan solo 17 años y 311 días. Un disparo desde fuera del área lo coloca en un lugar privilegiado de la historia del fútbol mundial. Con la camiseta del Barcelona, Ansu Fati se convirtió en el segundo más joven en debutar en la Liga con el Barí§a, el jugador más joven en marcar con el Barí§a en la Liga, el más joven en marcar y asistir a la Liga, el más joven en ser titular en el Camp Nou, el goleador más joven en el Camp Nou, el más joven en debutar en la Champions con el Barí§a, el segundo jugador más joven en debutar con la sub-21, 6 º. en el Golden Boy y nominado a los Globe Soccer Awards, el goleador más joven en la Liga de Campeones, marcó el doblete más precoz en toda la historia de la Liga, fue el segundo debutante más joven con la selección, y ahora, su goleador más joven.
De Cristiano hay poco que decir, a sus 35 años el portugués lo tiene todo. En la batalla individual con Messi ha despuntado representando a su país. No se conoce a un Cristiano merodeando por el campo con la cabeza baja, él es el ímpetu del fútbol, pura soberbia en el campo. Cristiano no sabe lo que es rendirse, no se conforma. Podría ser él quien escribió estas palabras de Galeano el pasado 8 de septiembre ante la selección de Suecia en la Nations League: «Somos porque ganamos. Si perdemos, dejamos de ser. La camiseta de la selección nacional se ha convertido en el más indudable símbolo de identidad colectiva, y no solo en los países pobres o pequeños que dependen del fútbol para figurar en el mapa ».
No es cosa de la edad ni el escudo, el fútbol se ha convertido en un baile desproporcionado a 90 latidos por segundo. Han llegado los ídolos soñados y vividos por el escritor uruguayo. Han llegado y siguen llegando, porque el fútbol es la maravilla de lo incontrolable. Un beso al escudo, la presión alta y una buena libreta donde ir anotando los números de estos hombres con porterías en las nubes. Se están rompiendo los techos a base de balonazos, ya no importan los años, el fútbol ha cambiado. Cristiano y Ansu son los dos extremos de esta gigantesca portería donde cada vez es más difícil anotar.