Sin duda, una de las victorias más recordadas por los cubanos en la historia de los campeonatos mundiales de béisbol amateur fue la de la cita organizada en las ciudades colombianas de Cartagena y Barranquilla, donde el espirituano José Antonio Huelga se convirtió en el héroe de aquel triunfo, hace hoy 50 años.
Cuba y Estados Unidos terminaron empatados en la posición cimera, con diez ganados y una derrota, por lo que hubo necesidad de efectuar una serie extra de tres juegos a ganar dos, para decidir el título del campeonato.
José Antonio Huelga y Burt Hooton resultaron las designaciones de sus respectivos mentores para el desafío inicial, el 2 de diciembre de 1970, en el estadio 11 de Noviembre, en Cartagena.
Los cubanos fabricaron una en el capítulo de apertura en las velocísimas piernas de Wilfredo Sánchez, al combinarse un par de pifias de Gromek y Schmuck y sacrificio de toque de Rigoberto Rosique; pero en el cierre del cuarto el tercer bate John Grubb igualó el marcador, al botarle la pelota al inolvidable serpentinero espirituano.
A partir de ese momento se sucedieron los ceros en la pizarra hasta que en el onceno acto Cuba fabricó las dos anotaciones que le permitieron dar el primer golpe, 3 a 1.
Con un out, Lázaro Pérez disparó cañonazo al jardín central y Vicente Díaz corrió por él en primera; Ramón Hechavarría, de emergente por Tony González, recibió base por bolas, entonces Servio Borges, tal como hizo en Dominicana 69 con el Curro Pérez, dejó batear a Huelga, quien rompió el empate con sencillo al bosque izquierdo. La puntilla la clavó Wilfredo con inatrapable a la pradera central.
En la mitad final del onceno, Huelga retiró por la vía de los strikes a Sam Ewing y David Roberts (cuarto y quinto bates), con sus ponches 12 y 13, para sellar el importante primer triunfo, tres carreras a una.
Para que se tenga una idea de la calidad del serpentinero que enfrentó a la Mayor de Las Antillas, en esa justa, hagamos un paréntesis. Burt Hooton, quien en el calendario oficial le propinó juego de no jit con carrera a los criollos, fue uno de los monticulistas más difíciles que enfrentó Cuba en su época dorada en el béisbol.
En aquella serie, el estadounidense lideró a los lanzadores con promedio de efectividad de 0.00; en 24 entradas de actuación propinó 44 ponches, 11 de ellos, de manera consecutiva contra los bateadores canadienses.
Después de su actuación en este certamen planetario ingresó en las Grandes Ligas en junio de 1971. Se mantuvo en la Gran Carpa durante 15 temporadas, en las que sumó 151 triunfos y 136 fracasos, trabajó para 3.38 promedio carreras limpias y propinó 29 lechadas. En nueve campañas registró más de 100 ponches y en dos sobrepasó los 15 éxitos, en 1975 con 18 y 9, y después en 1978, con 19 y 10.
Volviendo al Campeonato Mundial, digamos que tras su colosal faena en el primer choque, Huelga declaró que se sentía algo cansado, pero que si su brazo hacía falta nuevamente para trabajar echaría el resto en cada lanzamiento.
El brazo del yayabero hizo falta y 48 horas después volvió a la carga frente a Estados Unidos para asegurar la victoria en el memorable play off.
Dos estelares zurdos, Santiago Changa Mederos, que perdió contra los norteños en el desafío del calendario oficial, y Richard Troedson fueron los iniciadores del choque que resultaría decisivo.
Apenas un out pudo sacar el norteamericano, quien saltó del box luego de tolerar cuatro carreras en el mismo primer inning. Tampoco Changa se mantuvo mucho tiempo en la lomita. Explotó en el tercero, luego de permitir dos anotaciones. Su relevo, Manuel Hurtado, caminó hasta el quinto, cuando los estadounidenses se acercaron, 4 a 3 y llenaron las bases.
Servio no lo pensó dos veces y llamó a Huelga, que sacó el out que faltaba para impedir el empate. En el final de esa entrada Cuba rubricó su quinta y última carrera por indiscutibles consecutivos de Fermín Laffita, Felipe Sarduy y Lázaro Pérez frente a los envíos del relevista Michael Caldwell.
Entretanto Huelga, en cuatro capítulos y un tercio de actuación, limitó el gasto ofensivo de la tanda rival a un solitario incogible de Sam Ewing con dos outs en el octavo, luego de bolear a David Roberts. En total enfrentó oficialmente a 14 bateadores.
El noveno lo terminó con paso chévere, pues retiró al inicialista John Walthan en roletazo, al emergente Roger Schmuck en foul fly y cerró con broche de oro sirviéndole un ponche a William Stearn. De esta manera concretó su segundo triunfo, 5 a 3, ante los norteamericanos con solo un día de asueto, para darle a Cuba su décimo título mundial en el béisbol.
En un telegrama enviado a su mamá, Adelfa Ordaz, había escrito: «Mami, estate tranquila, el triunfo será nuestro, volveremos campeones ». La promesa se cumplió, lo que tal vez no pasaba en ese momento por su mente era que él se convertiría en el principal protagonista en la retención de la corona.
Si el héroe en Quisqueya fue Gaspar Curro Pérez. En condiciones similares José Antonio Huelga rememoró lo ocurrido antes, en 1969. Así, el 4 de diciembre de 1970, a la pelota cubana le había nacido otro héroe, el Héroe de Cartagena, como lo catalogó el líder de nuestra Revolución, Fidel Castro Ruz.