Llueve sobre mojado

Las próximas contiendas incluyen la lucha por la fase de grupos en la Liga de las Naciones. Por ahora, resta reponerse de las malas actuaciones.

Compartir

Arichel Hernández celebra el gol de penal contra Guadalupe.
Arichel Hernández (con el 10 en la camiseta) celebra el gol de penal contra Guadalupe, junto a sus coequiperos Maykel Reyes (9) y Luis Paradela (23). (Foto: Tomada de Internet)
Niurys Castillo Hernández
Niurys Castillo Hernández
507
09 Julio 2023

En ocasiones, el amor por el fútbol nos juega malas pasadas. El gusto por este deporte nos hace observar con lupa cada movimiento de nuestros equipos. Las ligas suponen un entretenimiento constante y, las fechas FIFA, la oportunidad de ver derroche de calidad bajo una misma bandera. Para el mundo, la lucha constante entre Europa y América supone el mayor de los atractivos, pero al interior de cada continente, los eventos incrementan la posibilidad de ver a los nuestros sobre el terreno.

Los analistas de campo insertan su sapiencia de élite mundial en la crítica hacia los más pequeños. Llegan las comparaciones y las tácticas planteadas caen, como fichas de dominó, en su búsqueda por la aceptación. A nivel regional, los fenómenos de tara internacional ocupan el sur, mientras, Estados Unidos, México y Canadá trabajan por mantener los altos estándares. El clasificatorio otorga varios cupos al Mundial, pero el camino parece extenuante para quienes anhelan su presencia en la fiesta grande.

Frente a nuestros ojos, los méritos propios daban acceso directo a la Copa de Oro. Cuba asistía, otra vez, al torneo principal de Concacaf y las expectativas asumían otro escaño en la crítica. Los topes preparatorios sorprendieron con los rivales. Uruguay y Chile fueron los sueños que pocos pensamos mirar en tan corto plazo. Entonces, el frío y la falta de costumbre al clima fueron los mayores obstáculos para desplegar el juego cubano. Los Leones del Caribe preparaban su tácticas para enfrentar el torneo, aunque pareciera que la mala suerte era solo un preludio de lo inesperado.

Cuatro a dos sentenciaba la pizarra tras el pitazo final. Canadá y Guatemala han clasificado a la siguiente ronda; mientras, los nuestros dejan en cero el sótano del Grupo D. Ante el televisor muchos sufrimos los eternos 90 minutos que marcaba el reloj. Los diseños tácticos planteaban estrategias defensivas en esquemas (4-4-2) necesitados de una simbiosis perfecta en el centro del campo. Un punto a favor suponía el planteamiento; sin embargo, el terreno guardaba otro desenlace para los categorizados como el equipo a derrotar.

La llegada de Cuba a la Copa de Oro no escapó a las constantes causas que arremeten contra el deporte. Cuatro bajas sensibles  y el desmembramiento del equipo hicieron mella en el ataque sobre el terreno. Pablo E. Sánchez lanzaba a los suyos con esquemas altamente retraídos, dejando solo dos hombres frente al ataque. El arme del juego venía desde zonas defensivas para que la distribución fuera capaz de llegar por ambos extremos.

Sumidos en tres cuartos de cancha, Cuba veía frustrados sus intentos por llegar a la portería rival. Los escasos tiros a puerta, contraataques y la generación de peligro disponían de un partido con pocos pases en posiciones favorables al marcador. Las posibilidades de un resultado alentador se evaporaban ante una defensa errada, cuya disposición en el terreno abría el paso a la diferencia de goles.

Tres anotaciones a favor y nueve en contra componen la sumatoria de los juegos disputados. La posesión de balón incidió en las pocas luces que mostró el elenco. Los porteros auspiciaron paradas de alto calibre, aunque, en varias ocasiones, las salidas inoportunas los transformaron en víctimas de su premura. Las faltas concentraron sus cifras en la intensificación del juego al centro del campo, unas veces como táctica y otras como vía para cortar el avance ofensivo.

Ante la tercera salida, el DT cubano afirmaba, en conferencia de prensa, la inmejorable situación que tenía el estado de ánimo de sus jugadores, por lo que saldrían a desarrollar su mejor fútbol. Haciendo uso de sus palabras, la cara de los leones supuso un mejor partido, aunque el infortunio diera otra dosis de derrota.

Sin varias de sus figuras principales y condenados a la eliminación, el juego devino en trámite clasificatorio para Canadá. Quizás, el contraataque hubiera sido la opción más factible, pero ante una defensa desacertada y la escasez de goles, poco o nada, se puede hacer. Cabe  destacar la efectividad de los tiros sobre el punto penal (3-3) y las individualidades de algunos jugadores dentro del planteamiento de Sánchez.

Raiko Arozarena impidió que la distancia entre las anotaciones siguiera creciendo. La defensa puso en Modesto Méndez el pilar más fuerte;  mientras, la ofensiva vio en Maykel Reyes y Arichel Hernández a sus mejores hombres.

Las próximas contiendas integran la lucha por la fase de grupos en la Liga de las Naciones, competición que permitirá mantener la posición en el primer nivel de la Concacaf. Por ahora, resta reponerse de las malas actuaciones. La costumbre de sabernos mejores incide en la inconformidad, pero en el desarrollo de los juegos suele llover sobre mojado.

Comentar