Memorias de un boxeador

Dicen que anda medio olvidadizo, pero Rolando «Chico» Morales recuerda muy bien aquellos dí­as cuando ganaba la felicidad a base de puñetazos.

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Rolando «Chico» Morales
Rolando «Chico» Morales. (Foto: Leslie Díaz Monserrat).
Leslie Díaz Monserrat
Leslie Dí­az Monserrat
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01 Marzo 2017

Para Rolando «Chico » Morales la fórmula de la felicidad contiene unos cuantos puñetazos. El peor golpe que ha recibido en su vida ha sido tener que bajarse del cuadrilátero, colgar los guantes en el mundo profesional.

Al deporte de los puños llegó casi de niño. Tení­a unos 15 años cuando compitió por primera vez. Pertenecí­a a los pesos ligeros y todaví­a conserva las huellas de un cuerpo atlético.

Dicen que a veces olvida las cosas, pero recuerda bien sus actuaciones en Nueva York, Miami, Venezuela…

«Una vez gané 4000 dólares en una pelea », afirma y asegura que ya no le queda ni un centavo de la hazaña.

«Cuando tení­a dinero me decí­an Don Tomás y ahora que no tengo, me llaman Tomás y nada más », jaranea.

Ahora puede imaginarse en medio de una pelea. Esquiva un golpe, saca la derecha, le pega fuerte a su adversario.

«La verdad es que di mucho, pero también me dieron cantidad ».

Dicen que perdió muy pocos combates. Nació en Morón y llegó a Manicaragua por cosas de la vida y en ese pueblo trabajó como entrenador.

Con admiración recuerda a Rocky Marciano, Teófilo Stevenson, Adolfo Horta…

Tiene tres hijos, una hermana y más de 70 años. Vive en el asilo de ancianos de Manicaragua. «Pero solo hasta que regrese mi hermana que está fuera del paí­s », aclaró.

Allí­, rodeado de un grupo de ancianos que se balancean en los sillones azules, disfruta del privilegio de ser la celebridad.

Dicen que hay cosas que ya no recuerda, pero se pone en guardia y alinea los puños con la pose que tiene todo gran campeón.

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