
Hasta aquí llegó el sueño de una final para unos Lobos que en la clasificatoria estaban dispuestos a devorar a cualquier adversario, pero en las semifinales casi no lucieron como ellos. Usaron poco el contrataque quizás porque terminaron muy por debajo en lo físico, pero todo el mérito lo tuvo Matanzas, y la dirección de Allen Jemmott, que los obligó a tirar desde la media cancha.
La maquinaria roja desarticuló la creación de unos Lobos, que tenían focos aislados de genialidades, como Raúl Abreu y Andy Boffil, pero no resultó suficiente. El primer cuarto fue un resumen de lo que se presumía. La ofensiva villaclareña era ineficiente una y otra vez desde la larga distancia, alternativa obligada por la defensa roja. Para colmo, tanto Abreu como Jorge Romero fallaban desde la línea de tiros libres. Villa Clara perdía 17-16 su primer cuarto, y ya sabemos lo que las estadísticas decían de eso para los Lobos. Mala señal.

El segundo cuarto estuvo pésimo técnicamente. Tras seis minutos solo se habían anotado ocho cartones para ambos conjuntos. El partido era detenido continuamente por faltas y la efectividad en los cobros era la mínima. No obstante los fieles de la Sala Amistad no volvieron a sentarse hasta el final del partido.
En el tercer cuarto usualmente beneficioso para el quinteto naranja y con el grito de guerra desde las gradas de: «Oye, Villa Clara sí », los Lobos se animaron. Hasta la mitad, lograron despegarse a seis rayitas de los matanceros, pero en segundos pasaron de lo sublime a lo ridículo. El empuje de Humberto García fue vital para que los matanceros le dieran vuelta al pizarrón en este cuarto, cuando parecía que Villa Clara se iba.
A diez minutos del final, la visita contaba con siete cartones de ventaja. Pero un donqueo de Abreu fabricado para estos momentos seguido de una recuperación a media cancha de Andy Boffil, más triple del alfa de la manada, ponía a sudar a más de uno en las bancas y gradas de la Casona de Dobarganes. Regresaba el grito de guerra, cuando a poco más de un minuto del pitazo final, las acciones estaban igualadas a 70. Dos intentos fallidos de Boffil y Romero. Cero efectividad, mientras Matanzas concretaba las suyas. Score final: 78-74. Abreu se tiraba desconsolado a llorar contra las tablas, y los matanceros danzaban eufóricos sobre el lobo pintado, que otra vez, se quedaba mudo en la Amistad.
La final de la Liga Superior ya está pactada, será asunto de pinareños y matanceros.