La lucha olí­mpica villaclareña y su primer doctor

Una entrevista con el primer Doctor en Ciencias de la Lucha Olí­mpica en Villa Clara y en la región central del paí­s.

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Ramoncito con el tricampeón olímpico Mijaín López, en un torneo internacional Cerro Pelado, en La Habana.
Ramoncito con el tricampeón olímpico Mijaín López, en un torneo internacional Cerro Pelado, en La Habana. (Foto: Cortesía del entrevistado).
Por Julián Valdivia Corrales
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04 Junio 2017

Aunque hoy es el primer Doctor en Ciencias de la Lucha Olí­mpica en Villa Clara y en la región central del paí­s con solo 44 años, Ramón López Torres, tuvo sus inicios en el boxeo, su disciplina favorita, y se remontan a 1982, allá en su natal Cascajal, poblado perteneciente al municipio de Santo Domingo. Tení­a entonces solo 10 años de edad.

El primer combate lo perdió por decisión dividida de tres a dos ante el campeón de la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE), lo que avizoraba sus perspectivas en el deporte de los puños, mas la vida quiso que al trasladar al entrenador a otro lugar y que apareciera un técnico de la lucha, «fanático » de la preparación deportiva con el máximo de entrega y dedicación, hizo que poco a poco se enamorara de este exigente deporte.

Ramoncito como todos le llaman, no deja de alabar a Miguel Horta

¿Quién fue para ti este paradigma en tu vida?  

El «belo » como le decí­amos, hizo una labor increí­ble allí­ en Cascajal. Él era de Corralillo y al no poder viajar diario, dormí­a en el propio gimnasio. Siempre logró equipos completos en cada categorí­a competitiva con buenos dividendos. Era súper exigente en la asistencia y en todo. Fí­jate que en la primera competencia provincial en 1983 ganamos el primer lugar con cuatro primeros lugares, tres segundos y dos terceros, casi nada. También quedé en bronce.

¿Y después?

Me seleccionaron para la EIDE, y en mis primeros Juegos Escolares Nacionales gané siete combates y perdí­ uno. Quedé en la cuarta posición.

¿Cómo así­?

(Suspira y se traslada en el tiempo, han transcurrido algo más de tres décadas, sin embargo, parece que revive esos instantes).

Me correspondí­a la trusa roja, y mi rival también salió con ese color. Me declaran pasividad y corro a ponerme la trusa azul. Me debo poner en cuatro puntos según el reglamento, eso me desconcertó y perdí­ la pelea. No lo olvido.

Su paso por la categorí­a juvenil le permitió aumentar su nivel, si bien estuvo un año preparándose en Cascajal. En el torneo provincial alcanza el segundo puesto, superado por Francisco Cabrera, miembro de la preselección nacional ampliada y su compañero de equipo, que, por cierto, Ramón reconoce que le ayudó a elevar su nivel técnico-táctico.

Inició sus estudios superiores. En 1990 entra al curso para atletas en la Facultad de Cultura Fí­sica Manuel fajardo, de Santa Clara. Allí­ continuó sus competencias en los torneos por equipos, los juegos universitarios y varias provinciales y vio coronarse sus esfuerzos con su graduación en 1996.

Entrenador

Lo ubicaron en Cascajal y allí­ estuvo dos años. En aquel momento no habí­a dónde entrenar, ni colchones ni medios algunos, así­, entrenando en la hierba y con sacos de yute con paja dentro, logró promover dos luchadores. Claro que en este tiempo hubo alegrí­as, pero no faltaron decepciones.

Se alejó de la lucha como entrenador hasta que en 2005 regresa al Inder de Santa Clara como técnico de Cultura Fí­sica y después se desempeñó como metodólogo en actividades deportivas. Dos años más tarde cumple misión en la República Bolivariana de Venezuela, en Barrio Adentro Deportivo, y en el 2009 integra el claustro del Fajardo.

Camino al doctorado. Primeros pasos.

En el 2010 culmina la Maestrí­a en Actividad Fí­sica en la Comunidad, y tres años más tarde una especialidad en Psicopedagogí­a, todo esto le sirvió de «adiestramiento » para el asalto final.

¿Motivación para el doctorado?  

Sin dudas mi esposa, Mailet Perera Lavandero, que también es Doctora en Ciencias. Fue mi inspiración, mi guí­a, llevamos 26 años casados y seguimos contando. Mi padre (ya fallecido) que siempre tuvo obsesión porque yo estudiara.

¿Te estresó el proceso doctoral?

Mucho, creo que a todos les sucede. En mi caso coincidió con la enfermedad de mi padre por más de un año que además era un trasplantado renal. No le faltó nada, tuvo la atención médica de excelencia de estos casos y no solo para él, sino para cualquier persona en nuestro paí­s que lo requiera y sin costo alguno, si no, ya tú sabes.

«Además –acota- son muchas las vicisitudes. Cada presentación, los talleres, las correcciones, los trámites, y sobre todo la pre defensa que es terrible, pienso que es lo más duro.

¿Será esa la causa por lo que muchos no optan por hacerse doctores en ciencias?

Es una de varias, resulta engorroso, lleva mucho tiempo y la exigencia también pesa, y no se puede obviar que el estí­mulo salarial no se corresponde con el esfuerzo, ni con las tareas que se suman al hacerte doctor, creo que eso desmotiva el intento de algunos aspirantes.”    

Hablemos de la familia.

Dos hijas, Lilianne y Amalia, mi esposa, mi madre Noris Torres, y dos nietos: Leandro Ramón de cinco años y Cristian David de tres. Y mis hermanos.

¿Entonces los nietos sustituyeron al hijo varón?

Sí­, y los adoro, me dicen pipo, hubiera querido tener un hijo, pero estos pequeñines son como si lo fueran, además, les gustan los deportes. Leandro es gimnasta y Cristian va a ser el luchador, tiene buena estirpe, le gusta jugar de manos, es guapo,      

¿Tu salud?

Bueno, más o menos hipertenso. En una radiografí­a el médico se asustó al ver mi corazón que era enorme por tanto tiempo en la actividad fí­sica, después se calmó al saber a qué me dedicaba”

¿Desentrenamiento?

Nunca.

¿Entonces en casa del herrero cuchillo de palo como dice el refrán?

(Se rí­e y asienta con su cabeza)

Así­ es, tengo que mejorar esto.

Ramoncito no quiere hablar de su futuro, prefiere pensar en la posibilidad de ser profesor titular, escalón final en los docentes universitarios en cuanto a categorí­as se refiere.

¿Cómo ves el futuro de la lucha olí­mpica en nuestra provincia y en Cuba?

“Hay buenas figuras, pero persisten dificultades. Hoy ya no están las ESPA, los horarios escolares limitan la práctica deportiva con la doble sesión, cada vez hay menos competencias y torneos, las instalaciones son deficientes y los medios, escasos. Ante esto los entrenadores hacen serios esfuerzos y logran resultados importantes tantos nacionales como internacionalmente, no obstante, resulta difí­cil. No debemos olvidar que la lucha olí­mpica cubana se reconoce a nivel mundial y eso merece mantenerlo. Es uno de mis sueños y siempre lo será.

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