El primer pelotero cubano inmortalizado en Cooperstown

Hace hoy 40 años se colocó la placa correspondiente a Dihigo como el primer pelotero cubano en ser exaltado al salón de los inmortales del béisbol.

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Martin Dihigo
Martín Dihigo, primer cubano y segundo latinoamericano en ser exaltado al Salón de la Fama.(Foto: archivo del autor)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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08 Agosto 2017

El 3 de febrero de 1977 se divulgó la noticia: Martí­n Magdaleno Dihigo Llanos habí­a sido elegido para el Salón de la Fama de Béisbol de Cooperstown, Nueva York, por el Comité Especial de Ligas Negras.

Mas, no fue hasta el 8 de agosto de 1977 –hace hoy 40 años- que se colocó la placa correspondiente a Dihigo en el lugar que lo convertí­a en el primer pelotero cubano y segundo latinoamericano –después del puertorriqueño Roberto Clemente- en ser exaltado al salón de los inmortales del béisbol.

Martin Dihigo
Placa Martin Dihigo
La placa que lo honra en Cooperstown. (Fotos: archivo del autor)
 

Muchos de los que lo vieron jugar decí­an que era el jugador más completo que habí­a pisado un terreno de béisbol. Por algo, al confeccionarse el equipo negro Todos Estrellas de todos los tiempos, lo denominaron como el más versátil por su facilidad para desempeñarse en las nueve posiciones.

De él dijo el legendario lanzador Leroy Satchel Paige: «Dihigo es el pelotero más completo al que me he enfrentado en las Ligas Negras. Era una estrella en cada posición. Tení­a unas manos fuertes, seguras, gran velocidad, pero sobre todo, gracia para jugar a la pelota ».

Con esta opinión coincidió otro estelar, Back Leonard, quien afirmó: «Dihigo lo hací­a todo bien” jugaba cualquier base y, además, era un pitcher que hubiese ganado al menos veinte juegos en las Mayores. Lo veí­a y no salí­a de mi asombro, todo lo hací­a con soltura y elegancia, tení­a vista, tení­a piernas, tení­a brazo y era inteligente ».

Así­ de grande era Martí­n Dihigo, elevado al Salón de la Fama de Cooperstown, sin haber transitado por las llamadas Ligas Mayores, debido a la barrera racial establecida en ese nivel hasta 1947. Después accedieron a ese sitio otros tres cubanos, Tany Pérez, en 2000 y José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente, en 2006.

Entre las tantas hazañas rubricadas por el excepcional beisbolista   está la que protagonizó con los Leopardos de Santa Clara, en la temporada de 1935-1936, en la cual participó como manager-jugador.

Como director guió al Santa Clara a la conquista de su segundo banderí­n en la Liga Cubana con balance de 34 y 14. No conforme con eso, se adjudicó nueve lideratos, entre ellos los de ¡bateo y pitcheo!

Terminó al frente de los bateadores con 358 de average y encabezó   el casillero de ganados y perdidos entre los serpentineros con 11 satisfacciones y 2 fracasos, para 846 de promedio.

Además culminó de puntero solitario en anotadas (42) y triples (8) y compartió la cima de los hits (63) con Willie El Diablo Wells y de empujadas con Bill «Cy » Perkins (38).

En el pitcheo a su corona en average de ganados y perdidos le añadió la de victorias (11), juegos completos (13) y lechadas (4).

Dos años más tarde en México, rindió una labor similar con las íguilas de Veracruz, al obtener el liderato de los bateadores (387) y acaparar los principales departamentos en el pitcheo, pues resultó el mejor en ganados y perdidos con 18 y 2 (900), en ponches (184) y en promedio de carreras limpias (0.90).

Aunque nació el 25 de mayo de 1906 en el ingenio Jesús Marí­a (Cidra), actual municipio de Limonar, Matanzas, Dihigo vivió sus últimos años en Cruces, donde residí­a su esposa Marí­a Aurelia Reina Rodrí­guez (conocida por ífrica).

De ahí­ que en el año 1969, al sufrir una dolencia cardí­aca, el Inmortal fuera ingresado en el Hospital Regional de Cienfuegos. Se corrieron entonces rumores de que Don Martí­n habí­a fallecido. Incluso la falsa noticia llegó a Estados Unidos y fue muy lamentada por Roy Campanella.

Al enterarse de todo lo sucedido, en una de las entrevistas que le hicieron Dihigo expresó: «Hombre que va, yo no voy a morir hasta 1978 ».

Su última presentación pública ocurrió en el 13 de mayo de 1969 en el estadio Augusto César Sandino, al ser invitado a realizar el primer lanzamiento en un juego correspondiente a la II   Serie de las Estrellas. La pelota se la devolvieron al inolvidable José Antonio Huelga, quien se encontraba a su lado, pero Don Martí­n se la quitó y mientras se la guardaba en el bolsillo le dijo: «No ves que este es mi último lanzamiento ».

Poco tiempo después de ese acontecimiento, el 20 de mayo de 1971, ví­ctima de una trombosis cerebral dejó de existir el extraordinario pelotero.

Entre las tantas crónicas que le dedicaron extraigo un fragmento de la que le escribió el gran Bobby Salamanca, la cual aparece en el libro «El inmortal del béisbol Martí­n Dihigo », de Alfredo Santana Alonso:

«Los que con él fueron jóvenes y no se saben viejos –señaló Bobby-, pensarán que ya puede morirse cualquiera (…) si se murió el Inmortal, con la muerte de Martí­n no hacen juego las frases fúnebres (…). Si la muerte diera un chance, hoy volverí­a a reí­rse de Campanella. «Ahora es verdad, Roy, pero quizás tú ni lo sabes esta vez ».

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