El valor detrás de un lente

Para De Feria no hubo una misión más importante que otra, pero si más compleja y peligrosa. «Angola fue difí­cil, muy difí­cil».

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
(Foto: Cortesía del entrevistado)
Yadira Mena Luis, estudiante de Periodismo
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08 Marzo 2021

Con casi 50 años de experiencia detrás del lente, Manuel de Feria Garcí­a es uno de los fotógrafos jubilados más notorios de la prensa villaclareña. Comenzó su labor informativa en el periódico Vanguardia en 1970, y fue en el 2017 cuando puso un punto final a su profesión. Antes, al inaugurarse en el 2007 la carrera de Periodismo en la Universidad Central «Marta Abreu » de las Villas, se le invitó a que ejerciera como profesor de fotografí­a de prensa, labor que llevó a cabo durante cinco cursos.

El año 1973 trajo sorpresas para De Feria, como lo conoce el gremio, al ser asignado a su primera misión internacionalista. «Mi primera misión de trabajo fue en Alemania, durante el X Festival de la Juventud y los Estudiantes, y estuve tres meses por allá. La segunda fue en el año 1983, en Angola, trabajando para el periódico Verde Olivo, y duró un año. La tercera y última la asumí­ en el 2000, cuando me asignaron la tarea de acompañar a una delegación médica de Cuba en Haití­ y estuve cuatro meses en ese paí­s ».

(Foto: de la autora)

Para De Feria no hubo una misión más importante que otra, pero si más compleja y peligrosa. «Angola fue difí­cil, muy difí­cil, porque la guerra estaba en auge y habí­a que ir a los lugares donde existí­an conflictos. Tuve suerte de que no me ocurriera nada desde el punto de vista fí­sico, pero pasamos muchos aprietos » confesó el fotógrafo.

De todas las anécdotas que vivió en el paí­s africano, ¿en cuál vio la muerte más de cerca?

Nosotros corrimos muchos riesgos, pero recuerdo una vez en que salvé el pellejo de pura casualidad. Un periodista amigo mí­o y yo tení­amos que viajar un viernes, pero nuestros compañeros estaban organizando una fiesta, nos convencieron de que cambiáramos los pasajes para el martes de la semana próxima y pudiéramos asistir a la celebración. Así­ lo hicimos, y después nos enteramos que al avión en el que pensábamos viajar le habí­an puesto una bomba y murieron las 137 personas que iban a bordo.

La tenacidad y audacia propia de la juventud ayudaron a Manuel de Feria Garcí­a a vencer muchos retos durante su misión en Angola. «Recuerdo una experiencia muy peligrosa en Huambo. La UNITA tení­a una zona tomada, y aunque estaban rodeados por las tropas cubanas, no se sabí­a exactamente dónde se encontraban. Me preguntaron si en un helicóptero podí­a tomar fotos del lugar y sin pensarlo acepté. Como desde el aparato no lograba tirar buenas fotos, se me ocurrió buscar una tabla buena y amarrarme a la base. Me subí­ ahí­ y tomé las imágenes, aun a riesgo de ser descubierto y asesinado por el enemigo ».

Durante sus años de experiencia, De Feria tuvo la posibilidad de acompañar a Fidel en 31 de sus viajes por la provincia villaclareña, siendo el último recorrido el de los restos del Comandante:

«Yo le tení­a mucho aprecio a Fidel. Sentí­ y siento mucha admiración por él, no solo por lo que hizo por la Revolución, sino porque lo conocí­ desde niño. Mi padre era colono en Banes y tení­a propiedades allá. Fidel y la madre de su hijo mayor enamoraban en la casa que estaba al lado de la de nosotros porque los padres de la muchacha no aprobaban ese noviazgo. Yo tendrí­a 8 o 9 años y como él jugaba con nosotros, cada vez que llegaba era grande el corre corre que se armaba ».

Los ojos de Manuel de Feria Garcí­a se empañan por las lágrimas acumuladas tras sus espejuelos mientras recuerda a un Fidel joven, enamorado y juguetón. Para el fotógrafo, esos son detalles que no se borran ni siquiera con el paso de más de siete décadas de vida.

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