Desde el Ministerio de Industrias, el Che impulsó la industrialización en Cuba, convencido de que antes de convertirnos en un país industrial agrario, teníamos que ser una nación agroindustrial. (Foto: Tomada de internet)
Mónica Sardiña Molina
@monicasm97
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13 Junio 2022
13 Junio 2022
hace 2 años
«Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che! Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡Queremos que sean como el Che! ».
Emociona tanto como aquel octubre de 1967 el discurso pronunciado por Fidel Castro durante la velada solemne en memoria del comandante Ernesto Guevara de la Serna. Estas palabras, y el compromiso convertido en lema para la Organización de Pioneros José Martí encendieron la curiosidad más temprana del Dr. C. Ricardo Hernández Pérez, profesor titular de Teoría y Pensamiento Económico, y presidente de la cátedra dedicada al estudio de la vida y obra, y las concepciones socioeconómicas del Guerrillero Heroico, en la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas (UCLV).
«Conocí su trayectoria, admiré su conducta, su intrepidez, la extensión y la hondura de su pensamiento político revolucionario. A mi entender, la arista económica fue la que más avanzó; abriendo caminos, porque había mucha maleza en teoría, en práctica y en ideología en torno a esa problemática », dijo el profesor, como preámbulo de declaraciones, dignas del hombre que llevó las ideas del marxismo-leninismo a su expresión más fresca, pura y revolucionaria, según reconoció el Comandante en Jefe.
¿Cómo surgió la idea de crear la cátedra Ernesto Che Guevara?
Lo primero que nos llamó la atención fue el discurso en el cual Fidel dijo que tuvimos un adivino entre nosotros, y no habíamos percibido la riqueza teórica y la naturaleza metodológica de proyección hacia el futuro que había en su razonamiento.
«En saludo al primer aniversario del Complejo Escultórico Comandante Ernesto Che Guevara, de Santa Clara, varios profesores del entonces Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara y la UCLV, nos convocamos para reflexionar en torno al pensamiento político, filosófico y económico del Che con algunos trabajos de investigación. Debido a la cantidad de ponencias, la dirección del Complejo organizó un evento mayor, que incluyó a personalidades de La Habana, estudiosos de la vida y la obra del Guerrillero Heroico o que los acompañaron en algún momento de su trayectoria, así como su hija Aleidita Guevara.
«Me interesé por la problemática económica, porque en aquel momento impartía clases de Economía Política, e influenciado por la publicación del libro El pensamiento económico del Che, de Carlos Tablada Pérez. La obra se centra en el sistema del financiamiento presupuestario, un tema muy importante, pues era un método para la construcción del socialismo en el sistema empresarial del Ministerio de Industrias, que él dirigía. Pero todos teníamos la percepción de que el pensamiento del Che era mucho más amplio y estratégico ».
En un contexto no exento de contradicciones, gestó sus principales concepciones económicas, mediadas, entre otros sucesos, por la segunda reforma agraria, la lucha contra bandidos, las nacionalizaciones y la Crisis de Octubre, así como por el análisis crítico de la realidad del campo socialista, que le permitió predecir la caída con 25 años de antelación.
Así lo escribió el intelectual brasileño Frei Betto, en la Carta abierta a Ernesto Che Guevara (2007): «Muchos de nosotros solo ahora comprendemos tu osadía al señalar en Argel, en 1965, las grietas en las murallas del Kremlim, que nos parecían tan sólidas ».
Estamos hablando de un médico de profesión, paradigma de revolucionario y guerrillero, que solo vivió39 años. ¿Cómo desarrolló un pensamiento económico tan sólido?
Desde su entorno familiar, había estudiado las ideas de los clásicos del marxismo-leninismo y de otros economistas anteriores o posteriores. En la Cuba posterior a 1959, para desempeñarse como presidente del Banco Nacional y ministro de Industrias, entre otras responsabilidades, tuvo que prepararse de manera autodidacta. Leyó, confrontó mucho y se asesoró con destacadas personalidades de las ciencias económicas, cubanas y extranjeras.
«Antes de exponer su punto de vista o proponer alguna medida, designaba, con muchos días de antelación, al menos dos oponentes oficiales. Es decir, se sometía a una tesis doctoral sistemáticamente. Incluso, cuando tenía que debatir un informe con Carlos Rafael Rodríguez o someterlo a la aprobación del presidente, Osvaldo Dorticós, hacía una segunda exposición delante de expertos, y si la oponencia no lo satisfacía, los mandaba a hacer guardia en Guanahacabibes.
«El estilo de trabajo de tomar decisiones sin consultar especialistas constituye un craso error, pero la decisión debe someterse también al juicio del sentido común del pueblo, que está muy bien preparado. Muchas medidas tomadas en un despacho evidencian el desconocimiento de la teoría y de la realidad palpable en la base ».
¿Qué aspectos del pensamiento económico del Che le parecen más admirables?
Él estaba convencido de que Cuba no podía avanzar en la industrialización si primero no transformaba, diversificaba y modernizaba su agricultura. Antes de convertirnos en un país industrial agrario, teníamos que ser una nación agroindustrial. Para ello, debía existir una base agrícola que sustentara, con materias primas y recursos, a esa industria.
«Me llamó mucho la atención el tema de la escala económica. Aunque era un gigante en pensamiento, voluntad y ejemplo, el Che nunca fue gigantista. Los proyectos que asumió desde el Ministerio de Industrias eran lo que hoy llamamos mipymes.
«Las plantas que contrató para la entonces provincia de Las Villas eran pequeñas y medianas empresas. Luego, con sucesivas inversiones, las ampliamos, pero habría que ver hasta qué punto esos gigantes industriales se atemperan a la escala productiva nacional, en un país subdesarrollado de 110 800 kilómetros cuadrados.
«Recuerdo un número especial de la revista Nuestra Industria, órgano difusor de los planes y programas de ese ministerio, donde se publicó la ficha técnica de todas las inversiones de la primera gran industrialización, negociada por el Che. Incluía 113 plantas industriales, todas pequeñas y medianas. Además, estaban concebidas como agroindustrias, para dar valor agregado a materias primas agrícolas o para producir insumos, herramientas y maquinarias para la agricultura. Ahí hay un mensaje vital que hoy estamos tratando de recuperar, pero en un contexto no tan favorable.
«En esa ficha técnica de inversiones, se planteaban dos objetivos primordiales: generar empleos y microlocalizar las plantas en los lugares apropiados, más cercanos a las fuentes de materia prima y con mejores posibilidades de comunicación y acceso. Microlocalizar las empresas, hubiera evitado, por ejemplo, la construcción del central Batalla de Santa Clara en una zona baja, que se inundaba.
«Asimismo, el Che planteó algo que ahora estamos recuperando con el apoyo a las comunidades en situación de vulnerabilidad. Él decía que todas las regiones que sufrieron conmoción, durante la guerra de liberación nacional o con la invasión por Playa Girón, debían ser restituidas con ese tipo de inversiones, que generaran ocupaciones productivas y estimularan el desarrollo ».
Era un visionario.
Una persona extremadamente inteligente y sagaz. Confería prioridad absoluta al sector agrícola y la agroindustria, trabajó mucho por la diversificación, la producción de derivados, las técnicas para cosechar más y mejor la caña, y el desarrollo de la química del azúcar. Preparó dos granjas experimentales para aclimatar cultivos exóticos y procesarlos, primero, a escala de laboratorio y luego, industrial.
«Si se hubiera materializado uno de sus proyectos, nos hubiera resuelto el problema del sacrosanto aceite comestible, drama de nuestras cocinas. Antes de que se firmaran los convenios masivos con la Unión Soviética y el campo socialista, planeaba construir seis plantas productoras de aceite; todas funcionarían con una materia prima agrícola diferente: semilla de girasol, soya, palma aceitera afroasiática, semillas de algodón y palmiche de la palma real.
«A tal punto de minuciosidad había llegado que, ante cualquier dificultad, con una simple inversión, se podía adaptar la producción de las plantas a una materia prima diferente. Era una genialidad ».
¿Por qué no se materializaron esos planes?
Los proyectos del Ministerio de Industrias se cortaron de pronto, por la alta dependencia que asumimos del campo socialista, cosa a la cual él era un poco reacio, pues tenía una visión crítica de las prácticas en esos países, desde fechas muy tempranas. Esos convenios resultaban muy cómodos, quizás nosotros nos deslumbramos y lo que hicimos fue extrapolar la dependencia de 90 millas a 9500 kilómetros.
«El Che buscaba soberanía agroalimentaria, pero también tecnológica y productiva, según nuestras necesidades, intereses y escalas. Nosotros la consolidamos ahora, cuando no teníamos otra alternativa, en la lucha contra la COVID-19. Él lo estaba previendo antes de que la situación estuviera tan complicada ».
¿Cuán lejos o cuán cerca estamos hoy de esa senda económica guevariana?
Estamos muy cerca de sus primeros pasos, pero ya no tenemos las condiciones de aquellos años para el desarrollo de la ciencia, la tecnología, la innovación, la diversificación agrícola. A pesar de la limitación de recursos financieros, hoy resulta imposible una agricultura estable, sólida y creciente sin algunas importaciones y sin importar insumos imprescindibles y sin el respaldo de la banca.
«Al estudiar a líderes cubanos como Mella, Villena y Guiteras, constató en sus proyectos revolucionarios, concebidos en los años 20 y 30 del siglo pasado, la intención de transformar la agricultura, con la reforma agraria y la creación de un banco de crédito agropecuario. Todavía, en el 2022, no hemos logrado esto último.
«Cuba necesita un banco especializado en la agricultura y debe ser, quizás, el más importante, para beneficiar tanto a los productores privados como a los adscritos a las distintas formas cooperativas. En la mesa de negociación, no podrían faltar un ingeniero agropecuario, un economista, un contador, un veterinario y hasta un psicólogo, para que el campesino se sienta acompañado, y para que el banco tenga mejores posibilidades de comunicación y control de los recursos que le facilita.
«Tenemos otra deuda con una obra famosa del Che: El cuadro, columna vertebral de la Revolución. Si aplicamos hoy las exigencias que él plantea en cuanto a actitud política, conocimientos, control, disciplina, visión a largo plazo… muchos no pasarían la prueba.
«En aquellos años, una comisión del Ministerio de Industrias recorría todo el país para controlar la calidad de las producciones, y ante cualquier irregularidad detectada, el Che llevaba una muestra al Consejo de Dirección, que le costaba días de guardia en Guanahacabibes al director responsable, porque él lo consideraba una falta de respeto al pueblo. Eran estilos y métodos de trabajo que no todos entendían, pero de ese incentivo a predicar con el ejemplo estamos muy llamados hoy.
«Actualmente, durante visitas o inspecciones muchos cuadros dejan enseñar lo que quieren que vean. Sin embargo, todas las personas que convivieron con el Che saben que cuando llegaba a un lugar se salía del programa o empezaba de atrás hacia adelante, se sentaba con los trabajadores en el comedor obrero y llegaba hasta el último taller. Así es como el pueblo se siente acompañado de sus dirigentes ».
¿Qué importancia le concede a la continuidad del estudio de las ideas del Guerrillero Heroico en el plano económico?
Más que importante, lo considero una necesidad. El pensamiento del Che no es solo un paradigma, sino también un instrumento de prevención y manejo de riesgos. Apartarnos de ese estilo de trabajo, hace crecer tremendamente la posibilidad de cometer errores.
«Desarrolló una visión muy crítica y, al mismo tiempo, muy objetiva de la realidad. Estaba dotado de un pensamiento consecuente con la actuación, difícil de encontrar en una sola persona durante toda la trayectoria de su vida, por eso era excepcional.
«También, tenía claros los objetivos y un ojo detector de todo lo que pudiera desviar su cumplimiento. Como El Francotirador, su seudónimo, siempre tenía la mirilla lista para salirle al paso al más mínimo error.
«Pero, paralelo a la construcción económica, miraba con optimismo, la transformación positiva de la conciencia. Él mismo lo reconoció: “Y si se nos dijera que somos casi unos románticos, que somos unos idealistas inveterados, que estamos pensando en cosas imposibles, y que no se puede lograr de la masa de un pueblo el que sea casi un arquetipo humano, nosotros tenemos que contestar, una y mil veces que sí, que sí se puede, que estamos en lo cierto, que todo el pueblo puede ir avanzando, ir liquidando las pequeñeces humanas†».