Albertico Martínez, una muralla tras el plato. (Foto: Archivo del autor).
Osvaldo Rojas Garay
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12 Febrero 2021
12 Febrero 2021
hace 3 años
Treinta y ocho años se cumplen este viernes 12 de febrero del día en que el equipo de Villa Clara aseguró el primero de sus cinco títulos en las series nacionales de béisbol.
Faltando pocos encuentros para concluir el calendario oficial, los anaranjados regresaron a su cuartel general después de darles el tiro de gracia a los Vegueros, con una inimaginable barrida, y luego de imponerse en las subseries con la entonces Provincia Habana y Sancti Spíritus.
La selección villaclareña tuvo posibilidades de conquistar la corona el miércoles 9 de febrero, pero Alberto Cabrejas amarró cortico a la novena de casa y al siguiente día llovió en Santa Clara y no pudo celebrarse el desafío que cerraba la subserie contra Holguín.
El próximo rival de Villa Clara sería Ciego de ívila, el sábado 12 de febrero en el estadio Mártires de Quemado. En aquel momento surgió el dilema si efectuar el juego que podía coronar a los anaranjados en el «Sandino » o mantenerlo en el lugar donde estaba programado en el calendario oficial de la XXII Serie Nacional de Béisbol. Se decidió esto último y así a los habitantes de Quemado de Gí¼ines les tocó el privilegio de ver a los discípulos de Eduardo Martín asegurar el título por primera ocasión en nuestros certámenes beisboleros.
La noche antes, el viernes, llovió fuerte en ese territorio, cuna de dos peloteros del equipo: el toletero Alejo O'Reilly Morejón y el lanzador Rafael Berrio, quien falleció posteriormente en 2014.
Algunos pensaron que otra vez habría suspensión. Sin embargo, como para ratificar aquello de que no hay sábado sin sol, amaneció con buen sol y el terreno drenó rápido.
En 2 horas y 24 minutos, con su estelar Mario Véliz en la lomita, los anaranjados se transformaron en campeones, al apabullar a los avileños, 10 carreras a 1. Concluido el encuentro, aquello fue la gran locura. El bombardeo de voladores resultó intenso, el pueblo se lanzó a las calles. Quemado de Gí¼ines se convirtió en la capital de la victoria.
Al regreso, en cada uno de los pueblos encontrados, entre ellos Sagua la Grande, hubo expresiones de júbilo. Cuando arribaron a Santa Clara fueron paseados por importantes arterias de la principal urbe de la provincia. Al llegar la guagua al estadio Sandino alrededor de las 6:00 de la tarde, los jugadores bajaron y en medio de la música que se escuchaba, entraron al lugar donde se les dio el recibimiento oficial, presidido por Raúl Rodríguez López, entonces primer secretario del Partido en Villa Clara.
Faltaban cinco días para que culminara la serie cuando la selección anaranjada aseguró el gallardete; pero aún restaban otras metas por alcanzar, la principal, batir el récord de 39 triunfos establecido por Sancti Spíritus al comandar la versión de 1978-1979.
El martes 15, el ranchuelero Pablo Ubeín Sánchez venció, 2 a 1, en cerrado duelo a Félix Núñez e igualó la marca. Al día siguiente, Mario Véliz dominó fácilmente al equipo tunero, 9 a 2 en el estadio Julio Antonio Mella y Villa Clara se convertía en el único plantel en ganar 40 veces en contiendas de 51 juegos.
No conforme, el jueves 17 de febrero de 1983, la representación de Villa Clara se despedía de la XXII Serie aumentando a 41 su récord de sonrisas, al doblegar a los tuneros, 8 a 0, con buena faena monticular de Guillermo Martín. Al culminar el desafío, el miembro del Comité Central del Partido y primer secretario en Las Tunas, Luis Alfonso Zayas Ochoa, entregó el trofeo de campeón a Eduardo Martín Saura, mentor del elenco, cuyos integrantes recibieron sus correspondientes medallas de oro.
El balance de 41 y 8 sirvió para establecer una marca de 837 de average de ganados y perdidos, que aún perdura, y, además, los villaclareños lograron otro récord impresionante al triunfar en 18 juegos consecutivos al comenzar aquel certamen.
Colectivamente, el equipo lideró la ofensiva con 287 de promedio, al disparar 483 inatrapables en 1685 veces al bate. El picheo estuvo inmenso, resultó por mucho el mejor del torneo con 1.46 promedio de carreras limpias, debido a 72 carreras limpias permitidas en 445 entradas de actuación y 16 lechadas propinadas.
El zurdo José Riveira, acaparó los departamentos de mejor promedio de ganados y perdidos, 6 y 0 para 1000 y el de promedio de carreras limpias por segunda vez en series nacionales con 0.63 (4 limpias en 57 innings), récord aún vigente para los serpentineros de la provincia.
Otros tres tiradores se ubicaron entre los primeros cinco. Mario Véliz (9 y 3), tercero en efectividad con 1.22 PCL; José Ramón Riscart (8 y 2), cuarto con 1.25, y Pablo Ubeín Sánchez (4 y 2), quinto con 1.35. Destacado fue también el aporte de Guillermo Martín, con 4 y 0, y el relevista Isidro Pérez, muy efectivo en su función con balance de 5 y 0, y siete juegos salvados, líder en este acápite.
En el ataque, Alejo O'Reilly encabezó varios casilleros, el de dobletes con 15; impulsadas, 38 –igual cantidad que Lázaro Junco (Citricultores), pero con mejor frecuencia que el matancero – y boletos, 34, la misma cantidad que Luis Giraldo Casanova (Vegueros). Además, terminó segundo en la lista de los primeros bateadores con 358 (63 jits en 176 veces al bate), detrás de Juan Hernández (Forestales), quien finalizó con 367, y como quiera que su hermano Fernando Hernández había sido líder en la contienda precedente, se convirtieron en la primera pareja de jimaguas en conquistar la corona de bateo.
El explosivo Víctor Mesa fue otro de los baluartes con 303 de average, aparte de culminar al frente de las anotadas, 39, y bases robadas, 21. Igualmente sobresalieron Amado Zamora, con 332 de promedio, y Rafael Fito Rodríguez, quien compiló 323.
En el orden defensivo Albertico Martínez resultó una muralla detrás del plato, con su elegante mascoteo y excelente conducción de los lanzadores. Apenas pifió dos veces, no cometió passed balls y capturó a 11 de los 13 corredores que intentaron robarle.
Los flamantes campeones nacionales incluyeron en el Todos Estrellas de la XXII Serie al inicialista Alejo O'Reilly Morejón, el guardabosque central Víctor Mesa Martínez, y a los lanzadores Mario Véliz Acevedo y José Riveira Rodríguez, mejores monticulistas derecho y zurdo, respectivamente. Además, Víctor Mesa obtuvo el voto unánime como Jugador más íštil.
Con la temporada de 1982-1983 se cerró el ciclo de seis series nacionales con 51 juegos para cada equipo, que comenzó en la versión de 1977-1978.