¡Mamá!; ¡Papá! ... ¡Alguien!

Según un estudio realizado por Lingokids, seis de cada diez progenitores acogen con angustia el inicio de las vacaciones escolares. 

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
(Ilustración: Martirena)
Victoria Beatriz Fernández Herrera
Victoria Beatriz Fernández Herrera
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19 Abril 2023

Leticia madruga e intenta mantener total silencio mientras se levanta. Decidió incursionar en el teletrabajo para acompañar a los niños durante el período vacacional, aunque, en realidad, lograr la tranquilidad necesaria para avanzar en el trabajo resulta una tarea digna de titanes. Cuando alcanza la máxima concentración, aparece el pequeño y le dice «Quiero desayunar»; acto seguido, el mayor protesta por el ruido y prende el televisor. ¡El día ha comenzado!

Su situación es más común de lo que parece. Según un estudio realizado por Lingokids, empresa especializada en contenidos infantiles, seis de cada diez progenitores acogen con angustia el inicio de las vacaciones escolares. Algunos refieren la dificultad para organizar actividades divertidas para tantos días, y otros, insisten en lo complejo de convivir con los niños las 24 horas del día; no obstante, un 59 % de las 600 familias encuestadas coincide en que aumentan sus niveles de estrés durante esta temporada.

En Cuba, una investigación similar revelaría casi los mismos resultados. Ante la llegada de la semana de receso docente, madres, padres, abuelos y hasta vecinos preparan municiones y alistan los ánimos para el hervidero
de muchachos que inundará los barrios del archipiélago.

Los padres, generalmente, permanecen en casa durante esta semana y luchan por sobrevivir a los «Papá, estoy aburrido» o «Mamá, tengo hambre». Unos pocos optan por llevar a los niños a sus centros de trabajo bajo la promesa infantil de portarse bien y, de igual forma, perecen en el intento de conservar la calma entre tantos «Bájate de ahí».

Los psicólogos infantiles reconocen lo complicado de conciliar el horario laboral y el resto de las responsabilidades de los adultos con el ocio de los hijos; pero, ¡qué no cunda el pánico! Lo primero: convertir los días de vacaciones en el momento de experimentar, disfrutar y descubrir actividades nuevas y habilidades diferentes a las del aprendizaje académico.

Muchos especialistas recomiendan utilizar estos días para fomentar la autonomía y animar a los pequeños a hacer cosas por sí mismos; por ejemplo, algunos quehaceres domésticos como preparar la mesa, cocinar recetas sencillas u ordenar la habitación. Asimismo, insisten en los juegos fuera de casa y la socialización personal, sin móviles, computadoras o tablets de por medio.

La mayoría de las familias adapta sus planes según la holgura económica. El chapuzón en una playa, una piscina o un río; la esperada visita a los abuelos u otro pariente en el campo; los campeonatos de béisbol o fútbol en plena calle; o, las horas de ocio frente al televisor constituyen rituales de antaño; aunque, en los últimos tiempos, también ha ganado popularidad la utilización de dispositivos electrónicos, tanto para consumir películas y dibujos animados, como para jugar videojuegos o navegar en redes sociales.

Este tiempo supone un período de reposo, en el que predomine la sensación de tranquilidad y el buen ambiente familiar. Más allá del estrés, el receso docente es una oportunidad para disfrutar a nuestros hijos; un pequeño espacio que los padres, en la medida de lo posible, deben aprovechar.

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