Casos y cosas de casa (V): Miradas ciudad adentro

La serie de reportajes publicada por Vanguardia sobre la problemática de la vivienda llega a su recta final con una mirada desde la ciencia al proceso para hacer  efectivo el derecho a un hábitat seguro y saludable.

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Ilustración de Alfredo Martirena sobre el tema de la vivienda en Cuba.
(Ilustración: Alfredo Martirena)
Mónica Sardiña Molina
Mónica Sardiña Molina
@monicasm97
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22 Abril 2024

Luego de indagar sobre la implementación de la política de la Vivienda, la producción local de materiales de la construcción, las modalidades constructivas de subsidio y esfuerzo propio, las posibilidades de un mercado inmobiliario mejor articulado y las experiencias de dos empresas en la edificación y reparación de las viviendas de sus trabajadores, llegamos a la recta final de esta serie de reportajes.

Con los criterios de la ciencia, retomamos algunas de las ideas surgidas durante la investigación e incorporamos otras que contribuirían a hacer efectivo el derecho a una vivienda adecuada y a un hábitat seguro y saludable.

 Tarea universal

 La Nueva Agenda Urbana, derivada de la Conferencia de las Naciones Unidas so­bre Vivienda y Desarrollo Urbano Sosteni­ble (Hábitat III), en 2016, guarda estrecha relación con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular, el 11: «Lograr que las ciudades y los asenta­mientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles».

llustración de Alfredo Martirena sobre la vivienda.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

La NAU propone un cambio en la manera de planificar, diseñar, financiar, desarrollar, administrar y gestionar las ciudades y los asentamientos humanos, con la aspiración de poner fin a la pobreza y al hambre, re­ducir las desigualdades, promover un cre­cimiento económico sostenido, estimular la participación ciudadana, lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las muje­res y las niñas, atender a los grupos en situa­ción de vulnerabilidad, mejorar la salud y el bienestar humanos, fomentar la resiliencia y proteger el medio ambiente.

El Dr. C. Andrés Olivera Ranero, ar­quitecto y profesor titular de la Universi­dad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV), entiende vivienda y ciudad como una unidad indisoluble, y a la incidencia de problemas de naturaleza tangible o ma­terial, suma elementos de política, admi­nistración, sociedad, cultura, salud, medio ambiente, entre otros, que conforman la gestión urbana.

«Las proyecciones deben apuntar al logro de una ciudad sostenible, amigable y humana; que alcance un funcionamiento racional y una gestión eficiente y participativa. En esa meta, la ciencia y la innovación deben resolver factores claves: el aprovechamiento racional del suelo como principal recurso de desarrollo urbano, la movilidad ciudadana en su adecuada articulación con la transportación vehicular, el espacio público y su papel en la configuración de la ciudad y en la vida comunitaria, así como la inserción de nuevas funciones y atractivos económicos, comerciales y turísticos sin detrimento de los valores, la imagen y la coherencia de las ciudades», señaló.

La agenda cubana

«Alineación de la Vivienda en Cuba y la Nueva Agenda Urbana», lleva por título un estudio realizado en 2018, que evalúa las particularidades del contexto nacional para la implementación de la NAU y propone metas y acciones para el período 2018-2030, con la vivienda en el centro de la política urbana.

Ilustración del Alfredo Martirena sobre la industria de materiales de la construcción.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

Fortalecer el marco institucional que gestiona todo lo relacionado con la vivienda, el urbanismo, el ordenamiento territorial y las inversiones en infraestructura básica; capacitar a los cuadros técnicos y directivos para conducir políticas y programas integrales, hacer más eficiente la gestión institucional y agilizar las respuestas a los ciudadanos, y optimizar el uso del suelo en las ciudades y áreas urbanas, constituyen las propuestas más urgentes.

A mediano plazo, los expertos recomien­dan descentralizar la toma de decisiones y empoderar a las autoridades locales para elaborar planes y gestionar recursos en sus demarcaciones, establecer programas de financiamiento, crédito directo y présta­mos a los ciudadanos, cooperativas y em­presas constructoras; promover el desarro­llo tecnológico para la producción local de materiales de la construcción, el uso de tec­nologías limpias y materias primas disponi­bles en los territorios, y fomentar la corres­ponsabilidad —del Estado, los ciudadanos, los propietarios de inmuebles y las empre­sas— en el mantenimiento y rehabilitación del fondo de vivienda existente.

Si bien en la actualidad se aboga por el concepto de «ciudad de 15 minutos», con una descentralización de los servicios y mayor acceso peatonal para satisfacer ne­cesidades básicas cotidianas, el profesor Olivera Ranero advierte decisiones que reafirman la centralización y polarización de zonas de atracción de la movilidad, una disparidad entre el crecimiento de zonas residenciales y la necesaria infraestructura y elementos de urbanización, problemas asociados a la movilidad peatonal en su ar­ticulación con el espacio público y la caren­cia de condiciones para el uso sostenible de los ciclos o bicicletas, cuya demanda crece en todo el mundo.

«Para la localización de nuevas zonas de viviendas, predomina la selección de luga­res en la periferia de las ciudades y asen­tamientos, incluso, con reservas de suelo para construir y posibilidades de densificar racionalmente otras partes de la ciudad. La expansión a veces descontrolada de los nú­cleos urbanos encarece exponencialmente el abasto de agua, la solución de residuales, la energía, la transportación y los servicios comunales», amplió.

Sobre la salvaguarda de las cualidades intangibles más valiosas, como el ambiente urbano, la coherencia del espacio construi­do y la identidad lograda a través del tiem­po, también llama la atención el académico. Considera que los atractivos comerciales e institucionales deben armonizar con la cul­tura, el clima y las tradiciones del lugar.

El impulso de la innovación

Ilustració de Alfredo Martirena sobre la vivienda en Cuba.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

«Las prioridades en materia urbana se dirigen a dos grandes problemas: la cons­trucción de viviendas sociales, en un mo­delo de acceso para grandes sectores de la población, ante el déficit cuantitativo y cualitativo, y el mantenimiento, conser­vación y mejoramiento del fondo habita­cional existente», puntualizó el arquitecto Andrés Olivera.

En cuanto a técnicas, materiales y tec­nología de construcción, aprecia en otros países en desarrollo una diversidad de so­luciones económicas y de bajo consumo de materiales industrializados, mientras Cuba solo ha logrado generalizar un reducido espectro de posibilidades. No obstante, reconoce el potencial de las universidades y centros de investigación para el estudio y elaboración de propuestas que podrían aplicarse.

Para ilustrar la necesidad de actualizar el diseño y el apoyo normativo de la vi­vienda social, el profesor de la Facultad de Construcciones de la UCLV señala las res­tricciones de espacios y funciones que sa­lieron a relucir en muchas casas durante el confinamiento impuesto por la pandemia de la COVID-19, los catálogos seriados de diseños de viviendas que no se adecuan a las necesidades de sus ocupantes o las con­diciones del contexto, las tipologías de in­muebles incompatibles con la ciudad com­pacta y que perjudican la imagen urbana.

«Una parte de los beneficiarios del pro­grama de subsidios construyeron su célula básica habitacional en la versión mínima y no lograron aplicar criterios de progre­sividad para el completamiento y la am­pliación, lo cual repercute en su calidad de vida», ejemplificó.

Respecto a la conservación del fondo habitacional existente, el Dr. C. Andrés Olivera Ranero aboga por un programa in­tegral con oferta de materiales, productos industriales y componentes diversos para los propietarios y ocupantes de viviendas que asumen el mantenimiento por esfuer­zo propio. En cambio, en los edificios de apartamentos, estima conveniente que las juntas de vecinos tengan acceso a servicios especializados, para acometer trabajos de conservación y reparación de mayor com­plejidad.

Según del Dr. C. Gilberto Quevedo So­tolongo, ingeniero civil y presidente de la Sociedad Interfaz de Ciencia y Tecnología (Sicte S. A.) de la UCLV, en más de 60 años no se ha avanzado al ritmo deseado en la solución del problema de la vivienda en Cuba. Señala un crecimiento desde 1959 hasta la primera década del presente siglo, y un descenso en lo adelante.

En cuanto a los materiales de construc­ción, ofrece detalles sobre investigaciones con resultados probados, como la formula­ción de cemento LC2 y LC3, que disminuye significativamente el consumo de combus­tible y la emisión de dióxido de carbono, pero solo se ha introducido en produccio­nes locales o en pequeñas fábricas, no en la industria cementera.

Asimismo, hace referencia a la capaci­dad instalada en talleres locales y el reto de que continúen produciendo de manera sostenible.

Según del Dr. C. Gilberto Quevedo So­tolongo, ingeniero civil y presidente de la Sociedad Interfaz de Ciencia y Tecnología (Sicte S. A.) de la UCLV, en más de 60 años no se ha avanzado al ritmo deseado en la solución del problema de la vivienda en Cuba. Señala un crecimiento desde 1959 hasta la primera década del presente siglo, y un descenso en lo adelante.

En cuanto a los materiales de construc­ción, ofrece detalles sobre investigaciones con resultados probados, como la formula­ción de cemento LC2 y LC3, que disminuye significativamente el consumo de combus­tible y la emisión de dióxido de carbono, pero solo se ha introducido en produccio­nes locales o en pequeñas fábricas, no en la industria cementera.

Asimismo, hace referencia a la capaci­dad instalada en talleres locales y el reto de que continúen produciendo de manera sostenible.

Sobre la tecnología de construcción, advierte un retroceso y asegura que «si se quiere dar un salto en el ritmo de construc­ción de viviendas, hay que recuperar paula­tinamente la capacidad de prefabricación. No se puede seguir construyendo tantos inmuebles unifamiliares, pues, aunque en nuestro país no se le da valor al terreno, sí lo tiene».

Una situación opuesta describe en la mano de obra, enriquecida por formas pro­ductivas vinculadas a la actividad construc­tiva, como trabajadores por cuenta propia, cooperativas no agropecuarias o micro, pe­queñas y medianas empresas. Igualmente, plantea la posibilidad de rescatar y actuali­zar la concepción de microbrigadas.

En la sostenibilidad económica encuen­tra Quevedo Sotolongo las mayores de­mandas de innovación, porque la respon­sabilidad estatal ante la problemática no implica que deba ser financiada totalmente por el presupuesto.

Teniendo en cuenta que la disparidad entre los costos de la edificación de una casa y el poder adquisitivo de la población incrementa considerablemente la lista de personas a subsidiar, el presidente de Sicte S. A. propone la posibilidad de acceder a créditos bancarios con tasas de interés muy bajas y pagaderos a 20 años o más, para be­neficiar con subsidios al sector de la pobla­ción que no tenga capacidad de amortizar dichos créditos.

Entre otras variantes, expone la crea­ción de inmobiliarias para el alquiler, mercado que hoy existe y lo cubre par­cialmente la vivienda privada; la consti­tución de cooperativas cuyos socios van aportando capital al colectivo para finan­ciar sus hogares.

«Otra vía consiste en la construcción de viviendas para los distintos estratos econó­micos de nuestra sociedad. Que las ganan­cias de las ventas de las de mayor estándar sean utilizadas para subsidiar parcialmente las de los sectores de menor poder adqui­sitivo.

«De igual manera, se podría cobrar dis­tintos tipos de impuestos sobre la vivien­da, las edificaciones y el uso del suelo. Por ejemplo, establecer gravámenes por inmuebles con áreas habitables muy por encima de lo normado, edificaciones es­tatales con locales en desuso, aptos para convertir en hogares, aprovechamiento incorrecto del terreno y no uso del suelo en la trama urbana. Los fondos obtenidos por el cobro de estos tributos serían utili­zados para el subsidio parcial en la cons­trucción de viviendas», amplió.

Aportes locales

El protagonismo de actores y escenarios locales en la gestión urbana deviene criterio común entre investigaciones y políticas nacionales e internacionales. Más que aspiraciones, Villa Clara acumula experiencias, con el proyecto de cooperación «Implementación de estrategias para la gestión local del hábitat a escala municipal (Hábitat 2)», ejecutado durante casi diez años en 19 municipios de la región central del país.

«Nos ha demostrado que los gobiernos locales pueden encontrar en nosotros un apoyo para la toma de decisiones en este complejo problema, y en las proyecciones de sus estrategias de desarrollo municipal para la vivienda y el hábitat.

Ilustración de Alfredo Martirena sobre la situación de la vivienda en Villa Clara.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

«Sugerimos que se trabaje en un mode­lo de gestión basado en diagnósticos in­tegrados a escala municipal, que identifi­que los potenciales de innovación local y asegure soluciones en uno de los proble­mas de mayor impacto político, social y económico del país», expuso Andrés Oli­vera Ranero, coordinador del proyecto.

El Dr. Cs. Fernando Martirena Hernán­dez, líder del Centro de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales (Ci­dem) de la UCLV, también identifica poten­cialidades locales que no han sido debida­mente aprovechadas.

«Hoy los municipios disponen de fon­dos para mejorar significativamente el estado del hábitat, pero muchos no saben cómo usarlos y han dejado de ejecutar millones de pesos, por no dominar la me­todología.

«Creo que los investigadores de Hábitat 2 deben crear un grupo —con posibilidades de convertirse luego en una mipyme esta­tal— para brindar asesoría sobre el diag­nóstico, la estrategia y las acciones que se derivan de esta, y evitar así la inejecución de fondos.

«En la cercanía de los municipios y la universidad también veo una potencialidad grande. Si se trabaja de forma sistemática, con un enfoque científico, puede generarse un cambio importante», concluyó.

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