Corrían los 90 y un niño de unos ocho años se escondía en su cuarto para escribir poesía. Decenas de papeles rayados con versos rimados, metáforas, símiles, conformaban una especie de diario poético que por vergüenza nunca se atrevió a compartir. Hoy, Anderson Ruiz articula todo un movimiento literario en Santa Clara.
Corrían los 90 y un niño de unos ocho años se escondía en su cuarto para escribir poesía. Decenas de papeles rayados con versos rimados, metáforas, símiles, conformaban una especie de diario poético que por vergüenza nunca se atrevió a compartir. Cero clases de Literatura, cero talleres creativos, pero eso sí: miles de ganas de crear.
(Foto: Mary Lenia Pérez Cazorla)
Así transcurrió la vida de Anderson Ruiz, joven santaclareño, hasta que una profesora de Gramática de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas leyó uno de sus poemas y lo dotó de la confianza que necesitaba para impulsar su carrera literaria. Fue entonces cuando conoció y se afilió al movimiento de rap que frecuentaba El Mejunje.
A pesar de no ejercerlos públicamente, la improvisación y la escritura fueron sus aliados; sin embargo, ya el rap no llenaba lo suficiente su espíritu e ideas creativas. Comenzó a estudiar, a innovar, quiso romper las reglas de la poesía escrita y encontró en el spoken word la vía para fusionar la literatura, el teatro y hasta la música.
«La incursión en este género, autóctono de los blues man norteamericanos, me brindó las herramientas que necesitaba para dominar los escenarios y relacionarme mejor con el público».
Después de varios años en este mundo, justo cuando la COVID-19 obligó a permanecer en casa, conoció la poesía slam , una modalidad del spoken word en la que los participantes disponen de tres minutos para presentar textos de autoría propia a una audiencia que luego decide el vencedor.
(Foto: Mary Lenia Pérez Cazorla)
«Esta poesía me cautivó por la manera en que permite jugar con los tiempos, con los silencios; la manera de interpretación es totalmente distinta al rap y la declamación. Es una mezcla entre la poesía callejera, la literatura y el teatro, por lo que abre un diapasón más grande de posibilidades a la hora de jugar con la palabra».
En Cuba este género es relativamente joven y la mayor cantidad de slamers se ubica en La Habana, donde recientemente se desarrolló el Primer Torneo Presencial de Poesía Slam, al que asistieron poetas de diversas latitudes cubanas. Anderson representó a Villa Clara y salió victorioso, pues alcanzó el segundo lugar.
(Foto: Cortesía del entrevistado)
«Desde ese momento, decidí que Santa Clara merecía tener mayor representación en futuros torneos, porque talento y cultura sobran en esta ciudad. Comencé a “reclutar” gente a la tropa, y el esfuerzo no fue en vano, pues hoy varios escritores, actores, trovadores y amantes del género nos reunimos en diferentes espacios para crear y compartir.
«La idea es llegar a todo el público, romper el estereotipo de que la poesía es solo para las personas cultas, porque no es así. Estoy seguro de que cualquier público puede disfrutar de nuestras peñas».
Ahora el anhelo de Anderson es una realidad. Los jueves alternos, a las 8:30 de la noche, un grupo de jóvenes se reúnen en el Proyecto Cultural Comunitario La Piedra Lunar Arte & Café, y deleitan a los espectadores con rimas y artes escénicas.
Sin duda, Andy (como lo llaman sus allegados) debió abrir la libreta de poesía mucho antes, desde que utilizó la literatura para expresar y sentir. Eso le dice hoy a todo el que lo conoce y se interesa por el slam , porque «nunca debe avergonzarte aquello que te hace sentir vivo y capaz».